HOMILÍA - PARA LOS TRES CICLOS

  Nuestra Señora de la Altagracia

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

 Escritura:

 

HOMILÍA

Colón cuando pisó la nueva isla por allá por la Isabela exclamó: “Es la tierra más hermosa que ojos vieron”.

Había llegado a Quisqueya “madre de la tierra”, cordón umbilical del descubrimiento de América y centro de la fe cristiana.

Quisqueya necesitaba también la presencia de la Madre de Dios, de María.

Y una noche en la parada del Paso de los Dos Ríos un anciano entregó a aquel padre el regalo que su hija enferma le había pedido.

Y la Virgen de la Altagracia viaja a la casa de los Trejo y de la casa al naranjo y del naranjo a Higüey y desde aquel día los dominicanos la adoptaron como madre de toda la isla.

Quisqueya, madre de la tierra, acogió con amor a la madre del cielo.

Dicen que las mujeres hablan más que los hombres.

Un día, un señor estaba leyendo el periódico y encontró un estudio que afirmaba que las mujeres usan más palabras que los hombres en un día cualquiera.

El marido entusiasmado por la noticia y convencido de que era verdad corrió a la cocina para contarle a su esposa los resultados del estudio.

Los hombres, según ese informe, usan unas quince mil palabras al día mientras que las mujeres usan unas treinta mil. ¿Qué opinas?, le preguntó a su esposa.

Ésta pensó un momento y le dijo: “creo que es porque nosotras tenemos que repetir varias veces lo que decimos”. Y el marido le preguntó: “¿Qué has dicho?”

María la de los mil nombres.

María la de los millones de hijos.

María la preferida de Dios.

María la patrona de los dominicanos.

Nosotros, los dominicanos, hemos traído pocas cosas de nuestro país:

  • unos ajos de Constanza

  • unos plátanos de Barahona

  • unos dulces de Paya

  • una botella de Brugal

  • un CD de Villanona y de Oro Sólido

  • un poco de sol y de arena de Playa Dorada…

Y hemos traído, como otros muchos hermanos de América, a nuestra madre, la Virgen de la Altagracia.

Una madre que no habló mucho.

Cuando habló fue para cantar la grandeza de su Dios y para cantar el amor de Dios por los humildes y los pequeños y para cantar la fidelidad de Dios.

María más que palabra es presencia.

María más que autoridad es amor.

María más que reina es servidora.

María más que estrella es madre.

A una madre no se le pide que sea sabia ni rica ni famosa.

A una madre se le pide presencia.

María se ha hecho presencia a sus hijos más abandonados en todos los rincones del mundo. Y se hizo presencia en Higüey para sanar a una niña enferma.

Unos de los signos de que esta presencia es real y es amor y es preocupación por los humildes es que siempre se aparece a los necesitados.

María no se aparece en el Vaticano ni en la Casa Blanca ni en el palacio presidencial ni en la catedral primada de Santo Domingo.

María se hace presencia en Higüey y en Tepeyac. Presencia donde el hijo sufre.

Aquí estamos sus hijos enfermos, necesitados, abrumados por los problemas, por los hijos encarcelados o en las esquinas o sin trabajo…venimos a cobijarnos en el regazo maternal de la Virgen de la Altagracia.

Madre bendice a tus hijos y bendice nuestra República Dominicana y hazte presencia en nuestras vidas.

Nosotros hemos venido a este naranjo, a este templo para decirte que te amamos y que te queremos presente en nuestras casas y te pedimos tu bendición y que nos muestres a tu hijo, a Jesús, a nuestro Señor y Salvador.