UNA NOCHE EN BLANCO

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.

   

 

El día, tiempo rutinario y gregario, es regido por la tiranía del reloj, castigo de los dioses que nos han expulsado del paraíso.

La noche, tiempo de búsquedas y excesos, es el Edén reconquistado, oportunidad de competir con los dioses.

¿Se imaginan Una Noche en Blanco en las iglesias?

Son muchas las cavernas abiertas durante la noche a los viajeros sin GPS, ¿por qué no las iglesias?

Paris la Nuit, tópico turístico, acaba de celebrar la “Noche Blanca en las iglesias”.

Once iglesias han participado en este evento sorprendente y original. Tres iglesias han acogido “obras oficiales”, es decir, obras patrocinadas y financiadas por el ayuntamiento y otras ocho iglesias han ofrecido proyectos asociados.

Según el párroco de Saint Eustache, iglesia ubicada en el barrio de Les Halles, “la Noche en Blanco” es una hermosa ocasión para acoger a un público diferente del que asiste a la misa”. Más de diez mil visitantes, en el vientre de la ballena de piedra, visionarán el video de Javier Téllez titulado “seis ciegos”. Texto y pretexto para dialogar sobre lo visible y lo invisible y profundizar en la búsqueda espiritual.

Gentes alejadas y alérgicas a la iglesia, esa noche guiadas por la curiosidad, la nostalgia o la novedad experimentan nuevas vibraciones, se abren a nuevos mensajes, dialogan con los otros y, tal vez también, con el Otro.

“La Noche Blanca es una hermosa ocasión para integrar las iglesias en la dinámica de la ciudad, de demostrar que ni somos reaccionarios ni estamos encerrados en nosotros mismos, sino abiertos al mundo”, dice Isabel Renaud-Chamska.

Cuando leí la noticia me emocioné. Las iglesias, cada vez más, son pura clausura de día y de noche, como el Edén, están custodiadas por querubines.

En esta Europa en la que las celebridades ocupan las peanas de los santos, hombres y mujeres para los demás, las religiones diseñan nuevos ritos para llenar y reorientar a tantos náufragos a la deriva.

Me consuela saber que en la Francia laica dos grandes celebridades que han brillado con un resplandor sagrado e inspirado a la inmensa mayoría de sus ciudadanos han sido el Abbé Pierre y la Hermana Emmanuelle, dos gigantes del amor a Dios y a los pobres. Ambos han sido despedidos con funerales de Estado.

La música, en sus cientos de estilos, es la Meca de los jóvenes, siempre peregrinando en busca del último número uno.

La Iglesia luterana de Finlandia, escrutadora de los signos de los tiempos, ha introducido la música heavy metal en sus servicios religiosos para atraer a la juventud perdida. A tiempos nuevos, música nueva.

El P. Duffel, párroco de la iglesia católica de la  Ascensión de Manhattan celebra con gran asistencia de nuevos feligreses una misa jazz.

La música es el complemento ideal de la liturgia.

Una buena predicación es muy importante, pero la música emociona, despierta el apetito de Dios, invita a la alabanza y al agradecimiento y hace que los pies se muevan en busca de  ese Alguien que nos cobija en su casa.