TODO POR LA PASTA

Félix Jiménez Tutor, escolapio

 

 

Todos somos menesterosos y por lo tanto ladrones. Todos nos inspiramos, eufemismo del plagio, en los grandes maestros.

La literatura del pasado alimenta la literatura del presente. Los inventos del ayer posibilitan los de hoy.

Les cuento a mis alumnos de la ESO que, un día, entré en una tienda de Levi’s jeans en Lexington Avenue y en una pantalla sonaba la música gregoriana de los monjes de Silos. Un dependiente japonés juntó las manos y me dijo: oración. ¿Pagan derechos de autor?

En las peluquerías catalanas para sacudirse los tábanos mercantiles de la SGAE, en lugar de la música enlatada, suena la música en vivo.

Las moniciones y sermones de mi página leídos en muchos rincones del mundo no pagan derechos de autor.

Lo que está en la red y lo publicado: sermones, canciones, poemas, novelas…se convierte en patrimonio de la humanidad.

¡Qué alegría saberse leído o cantado y enriqueciendo a tantos!

El artista aspira a crear, a inspirar, a despertar esperanzas y sueños dormidos. El tintineo de las monedas, la libra de carne, lo deja para los avaros.

“Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. “Los últimos serán los primeros”. “El que esté sin pecado que tire la primer piedra”. “Nada nuevo bajo el sol”. Miles de préstamos que tienen autor conocido. Si cada vez que los pronunciamos tuviéramos que pagar derechos de autor, Jesús sería millonario. Herencia fantástica que salpica y sazona nuestras conversaciones con una sabiduría milenaria y trascendente.

La SGAE, la nueva inquisición mercantil, tiene como fin” conseguir para sus socios los mayores resultados económicos” según sus estatutos. Más euros y menos cultura.

La SGAE quiere que las bibliotecas públicas cobren 20 céntimos por cada libro prestado.

José Luis Sampedro, autor de La Sonrisa Etrusca, se contenta con la paga de ser leído.

“Sépanlo, grita a “quienes sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña”. NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS.

Tiempo atrás, me era imposible leer a Maureen Dowd, Paul Krugman, Eugene Robinson…había que pagar. Hoy, el The New York Times y el Washington Post, abiertas todas las compuertas, nos permiten sumergirnos en ese océano de opinión gratis y todos los días.

El aire y el sol se consumen aún sin impuestos, sin IVA,

La SGAE con sus tarifas de fielato es el apagavelas de la cultura.