¿SE NECESITAN EXORCISTAS?

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio....

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La Iglesia Católica tiene problemas más urgentes, están en boca de todos, que resolver la falta de exorcistas.

Ningún católico soriano, a Dios gracias, siente el menor interés por semejante carencia.

Mis exalumnos de la ESO, consumidores de películas, después de ver el Exorcista de Hollywood me acribillaron a preguntas.

Sí, yo celebré en Londres un exorcismo o algo parecido, cuando era joven y atrevido. La familia me pagó llevándome al teatro a ver la ópera Jesucristo Superstar.

En Soria, ciudad lenta, tan lenta y tan pura que nada ni nadie se mueve sin permiso, el diablo, si existe, pasa de largo y nuestra diócesis ni tiene ni necesita un exorcista oficial. Tenemos canónigos, decoración retro, y nos basta.

La Iglesia en su aggiornamento conciliar, puesta al día, eliminó ritos, funciones, prácticas que consideró obsoletas: el latín de siempre, las espaldas del cura, la herejía del limbo y prescindió hasta de las órdenes menores, exorcista incluido, que ahora ejercen los laicos.

Hay un tiempo para vaciar estanterías y un tiempo para reponerlas con viejos productos.

El pasado, albatros alrededor del cuello, siempre vuelve y su peso milenario puede hundir la barca.

Leo en los periódicos que los obispos americanos buscan exorcistas.

Reunidos 56 obispos y 66 curas este fin de semana se entrenan para escanear el demonio y gritarle: Sal fuera.

Este oficio, ayer un ministerio menor, hoy, en algunas iglesias lo han elevado a categoría de terremoto 8.9 en la escala de Richter.

En USA, en este momento, sólo hay 6 exorcistas y el objetivo es que cada diócesis tenga al menos uno, más que un abogado del diablo, un San Jorge capaz de matar al dragón rojo incrustado nadie sabe dónde ni en quién.

Sí, la Iglesia necesita más que nadie exorcistas que la purifiquen, la simplifiquen y la desnuden de toda apariencia de poder temporal y la hagan más creíble a los hombres y mujeres de hoy. Y, apropósito, yo también necesito uno.

Dios, según Génesis 1, vio que todo era bueno, siete veces bueno.

El mal es el resultado de la conducta humana, es una realidad moral, no una realidad metafísica.

La astuta serpiente, el demonio primordial, satanás, el seductor de los hombres, dijo la verdad cuando en el paraíso nos dijo que conoceríamos el bien y el mal, lo que se calló este animal locuaz y símbolo fálico es que elegiríamos el mal. Y es que ser humano es poder desobedecer y elegir el mal y el malo.