SARKOZY ESCRIBE A LOS MAESTROS P. Félix Jiménez Tutor, escolapio |
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Sarkozy, el presidente más talentoso y más dinámico del momento, tiene hambre de protagonismo, tiene soluciones para todos los temas candentes y hasta tiene tiempo para escribir una larga carta a los maestros franceses. Carta que yo también he leído y que recomendaría a todos los maestros sorianos. Frente a nuestras batallitas en torno a las asignaturas de religión y de ciudadanía, ruido y furia que nada significan, y que tan poco impacto tienen en un alumnado que, como los borregos de Panurgo, siguen a otros maestros y escuchan otras voces, Sakozy se expresa con claridad, convicción y sin titubeos. El Presidente tiene claro que, por encima de todo, la escuela tiene que permanecer laica. "Francia es una república indivisible, laica, democrática y social", reza el artículo 2 de la Constitución. En el terreno escolar la laicidad se vivió como guerra en el pasado, tregua y neutralidad en el presente, -la cooperación entre la Iglesia y el Estado es "leal y constructiva" según los Obispos- y en este hoy, con la presencia de más de cuatro millones de musulmanes y el asunto del foulard islámico, ha entrado en una fase más belicosa y militante. La moral laica, decía Bergson, es una moral abierta. El factor Islam la pone frente a las cuerdas y la obliga a evolucionar o morir. Sarkozy escribe a los maestros que hay que luchar contra el analfabetismo religioso. Veinte siglos de cristianismo con sus incontables manifestaciones sociales, literarias, culturales…no se pueden ignorar. Ningún catecismo laico podrá sepultar el pasado. Sarkozy les escribe: "Estoy convencido de que no hay que dejar el hecho religioso a la puerta de las escuelas. La génesis de las grandes religiones, sus visiones del hombre y del mundo deben ser estudiadas, por supuesto no desde un espíritu de proselitismo, no en el marco de una aproximación teológica, sino desde un análisis sociológico, cultural e histórico que permita comprender mejor la naturaleza del hecho religioso. La espiritualidad, lo sagrado acompañan desde toda la eternidad la aventura humana. Están al origen de todas las civilizaciones y uno se abre más fácilmente a los otros y se dialoga más fácilmente con los otros cuando se les comprende". La carta ha sido bien recibida por los maestros. Ya decía Pascal que el hombre es una caña, la más débil de la naturaleza, pero una caña que piensa. Y porque piensa es agnóstico o religioso o creyente y abierto y tolerante y laico y buscador de la verdad. Las iglesias protestantes y los judíos han cohabitado pacíficamente con la escuela laica. La transmisión de la fe, en su caso, se hace en la familia y en los templos. Y, según un pastor, si se puede perder la fe en el ámbito escolar no es menos verdad que también se puede perder en el ámbito eclesial. Las escuelas católicas en Francia educan al 17% de los alumnos. Los Obispos se quejan que los directores han aguado el mensaje reduciéndolo al "más pequeño común denominador", el de la tolerancia y el compartir. Los padres más conservadores, decepcionados con la enseñanza católica, han abierto 250 escuelas no subvencionadas para ser más militantes en la promoción de la catequesis y la fe. Serio reto y solapada crítica a la institución. Sarkozy quiere que los alumnos franceses sean, antes de nada, ciudadanos franceses, después ciudadanos europeos, después ciudadanos del mundo y después… ¿Y cómo se puede ser francés sin conocer a Montaigne, Racine, Rousseau, Verlaine, Claudel y la catedral de Chartres…? "Soy esclavo de mi bautismo" gritaba desconsolado Rimbaud. Todos, atados a un pasado digno de ser conocido y celebrado. Todos, lanzados a un futuro más abierto, más libre, más laico y más trascendente. . |