SANTOS INCÓMODOS

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

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Los nombres propios, con el paso del tiempo, se convierten en calles o en puro paisaje.

Cuando voy a San Saturio, excepto el 2 de octubre, voy a una orilla silenciosa, voy soñando amores terrenales y bodas primaverales.

El anacoreta, el santo Saturio, es sólo una postal al final del camino.

En el calendario, lista vulgar de números negros y rojos, figuran los nombres de los santos cómodos, los ortodoxos, cuyas estatuas de escayola llenan las iglesias.

En el libro de José María González Ruiz, canónigo ilustrado, "Los Santos que nunca serán canonizados", figuran los santos incómodos, los de la ortopraxis, los que hicieron el bien al otro lado de la frontera de la religión.

San Antonio Machado encabeza esta lista de hombres buenos y santos.

Albert Camus en La Peste hace una apología del santo ateo. La religión es mucho más que pensar rectamente, ortodoxia, es hacer el bien, ortopraxis.

ÓSCAR ROMERO, asesinado el 24 de marzo de 1980 por los escuadrones de la muerte, mientras celebraba la eucaristía, es un santo incómodo. Su proceso de beatificación se encuentra paralizado. El clero conservador y el cardenal colombiano Darío Castrillón de Hoyos, enemigos de la teología de la liberación, son también los enemigos de Oscar Romero y de su canonización.

La fábrica de los santos del Vaticano que tantos produjo en el pontificado de Juan Pablo II se encuentra en un impasse con respecto a Oscar Romero.

"El martirio es el signo más auténtico de la Iglesia de Jesucristo". El 28 de octubre de 2007 serán beatificados 498 españoles asesinados durante la guerra civil y reconocidos como auténticos mártires de la fe.

¿Y Oscar Romero? ¿Es un héroe político, un revolucionario de izquierdas o un mártir de la fe?

Romero, hombre peligroso en vida, se opuso con violencia verbal al gobierno, mandó a los soldados, en nombre de Dios, desobedecer a los generales y tirar las armas y abrazar la paz y respetar a sus hermanos, los campesinos pobres, ahora en la muerte sigue siendo un hombre peligroso, un problema.

Romero, asesinado después de pronunciar un sermón profético en defensa de la paz y de la justicia y cuya sangre derramada a borbotones se mezcló con el vino que se convertiría en la sangre de Cristo, según algunos clérigos no es un mártir de la fe sino de la política.

El Vaticano no tiene prisas. Westminster Abbey ya lo ha entronizado entres sus héroes, sus santos.

Los sorianos podemos vivir tranquilos con San Saturio. No nos pide nada y nos interroga poco. Sólo nos complica el calendario escolar.

Los salvadoreños con su San Oscar Romero siguen luchando por cicatrizar las heridas del pasado y crear un futuro más justo para todos
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