HOMILÍAS - PARA LOS TRES CICLOS

  Sacramento del Matrimonio

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

 Escritura:

1 Corintios 13, 1-13; Marcos 10, 6-9

EVANGELIO

Jesús les dijo: Pero al principio del mundo Dios los hizo varón y hembra. Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos un solo ser; de modo que ya no son dos, sino un solo ser. Luego lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

HOMILÍA 1

Después de diez años de matrimonio y de constantes peleas, el marido y la esposa decidieron buscar ayuda y fueron al consultorio de un consejero matrimonial.

Una vez en el despacho, el consejero les preguntó: ¿cuál es el problema?

El marido miraba al suelo sin decir palabra. La mujer tomó la palabra y comenzó a hablar a cien kilómetros por hora exponiendo todas las fechorías de su marido.

Después de quince minutos el consejero se levantó, cogió la mujer y la besó apasionadamente. Ésta se quedó sin habla. El marido no salía de su asombro. El consejero le dijo al marido: Su esposa necesita esto, al menos, dos veces a la semana.

Y el marido rascándose la cabeza le dijo: Se la puedo enviar a la consulta los martes y los jueves.

Hay una página en Internet llamada “rent a priest”, algo así como “alquile un cura”. Y algunas parejas insatisfechas con sus iglesias o deseosas de innovaciones alquilan un cura en paro “forzoso” para que presida su boda en un lugar insólito con un toque light de religiosidad.

Yo aún no estoy en esa página de Internet pero X me encontró y más que un alquiler de un día es la historia de una hermosa amistad que dura a pesar de la distancia y el tiempo. La verdad es que se trata de un alquiler caro.

¿Quién de ustedes llama a un cura soriano que vive en New York para que presida su boda aquí en X?

A lo mejor se les ha ocurrido buscar una aventura o una novia/o en Internet, pero buscar un cura…

Los protagonistas son X y X que nos han reunido aquí para ser testigos de su “sí” y de su amor en esta iglesia.

Yo en New York olvido el español y no aprendo inglés. Tengo que usar eso que llaman spanglish. Para que me entiendan tengo que decir: el rufo likea y está dañando la furnitura.

¿No creen ustedes que con las cosas del amor, el matrimonio, el sexo…hay también un spanglish que no hay quien lo entienda?

Antes en los tiempos de sus padres y de nuestros padres había una única lengua del amor, la palabra del Libro, de la Biblia, la que hemos proclamado aquí.

“El amor es más fuerte que la muerte”.

“El amor no pasa nunca”.

“Hasta que la muerte nos separe”. “Till death do us part”.

“Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”.

Y no se nos garantizaba la satisfacción.

Hoy vivimos bajo el imperio de lo efímero. Casi todo es de usar y tirar. Y esto vale también para las relaciones humanas.

Pero enamorarse, casarse, amarse es lo más hermoso de la vida. Ya sea efímero o duradero.

Hoy celebramos la fiesta de un amor que quiere florecer y dar frutos.

Dios también hace fiesta y se alegra y bendice este matrimonio y les invita a crecer en el amor mutuo y también en el amor al Señor y a su Iglesia.

For ever. No desechable.

El amor ideal puede ser todo eso que dice San Pablo, sin límites, pero el amor real, gracias a Dios, tiene sus límites, sus dudas y sus cansancios.

Una vez alguien preguntó: ¿hay algo más hermoso en la vida que un joven y una joven cogidos de la mano y caminando con ilusión hacia el altar?

Y alguien contestó: Sí, hay algo más hermoso. Es el ejemplo de un hombre y una mujer terminando juntos su camino vital. Sus manos están arrugadas pero agarradas todavía; sus caras estriadas pero radiantes todavía; sus corazones cansados pero con amor fuerte y mutuo.

Sí, hay una cosa más hermosa que un amor joven, un amor viejo.

Aquí y ahora celebramos el sacramento del amor.

El amor es real. El amor es una necesidad ineludible.

El amor es Dios. Vuestro amor está enraizado en Dios.

El amor es para siempre. El amor es privado, marido y mujer, pero es también una puerta abierta para todo el que está necesitado.

El amor es el cielo en la tierra. El amor es el cielo para siempre con Dios en el cielo y con Dios en la tierra.

El Señor os bendiga hoy y siempre.

HOMILÍA 2

Todos los domingos tenemos una cita en la iglesia con el Primer Amor, con Dios.

A través de la Palabra y la Predicación sintonizamos nuestro dial con el de Dios.

Es cierto que la Palabra de Dios ilumina todas las facetas de nuestro vivir, pero en este día quiere iluminar y ayudarnos a vivir el “segundo amor”.

Nada escapa a la mirada de Dios, ni siquiera nuestras emociones y deseos más profundos como es el encuentro carnal y espiritual del hombre y la mujer; la necesidad imperiosa que el hombre siente de salir de si mismo y a través de la sexualidad vivida en el matrimonio trascenderse en el amor a los hijos y a la sociedad.

Cuentan que el duque de Baviera sufrió un largo asedio por el emperador Conrado.

La ciudad estaba ya sin víveres y las fuerzas flaqueaban. El emperador Conrado ofreció la libertad sólo a las mujeres. Éstas podían dejar la ciudad hambrienta pero sólo podrían salir llevando consigo una cosa, lo más precioso.

Cuando las puertas se abrieron las mujeres salieron llevando a cuestas a sus esposos.

¿Qué habría hecho usted?

Olvidemos lo que harían ustedes.

Olvidemos lo que pasa en nuestra comunidad.

Olvidemos lo que dijo Moisés y todos los legisladores que vinieron después.

Centrémonos en lo que nos dice Jesús.

¿Con qué ojos ve Jesús el amor y nuestros amores?

¿A qué autoridad, legislador, mira Jesús?

Para Jesús sólo hay una autoridad, un legislador, Dios Creador.

“Al principio de la creación Dios creó el hombre y la mujer”.

Jesús recuerda a los fariseos y a nosotros el proyecto de Dios, su voluntad creacional.

Una carne, una unión, un amor, una familia, una fidelidad y una felicidad.

En el principio y en el hoy Dios tuvo y tiene un proyecto para el hombre.

* Es el señor de la creación.

* No está condenado a vivir en soledad sino destinado a vivir en compañía, a ser con.

* Hombre y mujer tienen la misma dignidad, son ambos hijos de Dios.

* La unión del hombre y la mujer es la más profunda, la más íntima, la más creadora y la más gozosa.”Serán los dos una sola carne”.

En el principio Dios, como todos los soñadores,  soñó con la obra perfecta y creó al hombre poco inferior a los ángeles y puso en él la capacidad de amar, es decir, de salir de si mismo al encuentro y plenitud en el otro, que sólo el otro puede dar y la necesidad de ser amado.

En el principio fue el amor. Existimos desde un diálogo de amor.

Sólo el amor es creador, dador de vida y felicidad. En el principio era el amor y el amor es Dios.

¿Han contemplado alguna vez el nacimiento de un manantial? Agua limpia, fresca, juguetona. A medida que el río crece ¡cuánta suciedad!

¿Recuerdan el principio de su primer amor?

Suéñenlo otra vez. Dios estaba en ese primer amor.

¿Recuerdan su primer te quiero? Dios estaba también ahí.

¿Recuerdan el día de su boda y de su primer sí? Dios estaba también ahí.

¿Recuerdan su primera infidelidad? Dios no quería estar ahí.

¿Recuerdan cuando las aguas empezaron a enturbiarse más de la cuenta? Dios está ahí para purificarlas.

En el principio no era así.

Jesús vino y viene hoy a recordarnos el principio de la creación del amor, de la fidelidad y el proyecto de Dios.

La autoridad de Dios está por encima de todas las autoridades que promueven el divorcio, el aborto, el amor sin cruz, el amor pasión inútil que se apaga y se agota en una noche, la pornografía que incita al goce rápido y ansioso sin esperar lo que se debe esperar.

Jesús vino para recordarnos que sólo Dios es Dios y que no debemos ser idólatras porque somos suyos.

Jesús vino para recordarnos que el matrimonio es una alianza santa y sagrada y que no podemos vivir en la idolatría del sexo, en el adulterio que es ruptura de la alianza, incumplimiento de la palabra dada, comercio sin reglas…

Jesús vino para recordarnos que sólo con Él y con su poder y su presencia en nuestra vida podemos vivir sin idolatrar nada ni nadie.

 

HOMILÍA 3

Rodeados de familiares, de amigos, de trajes de fiesta, de flores y de música, aquí en la iglesia, vosotros dos sois ajenos a todo, es como si estuvierais solos los dos.

Habéis entrado como dos enamorados y saldréis como marido y mujer. Es vuestro día, sois los ministros del sacramento, sois los protagonistas de la reunión, de la vida vivida bajo el signo del uno queréis pasar a la vida desde el punto de vista del dos, del tú y yo convertido en nosotros.

Hemos escuchado en la lectura de Pablo a los Corintios el canto al amor ideal, ese amor que todo lo aguanta, que no lleva cuentas del mal, que no tiene límites…pero el amor real, el de cada día sí tiene límites y cansancios y rutinas. Y así como no existe la guerra perfecta con cero muertos, en el amor no existe el cero riesgo.

El amor es una aventura obstinada que pide duración, que pide lo imposible, que pide la eternidad. Para que dure el amor recién estrenado se necesita mucho más que un celular y una cama, se necesita el perdón de cada día y reciclar los te quiero y los besos para que sepan nuevos y verdaderos. El reciclaje del amor es más necesario que cualquier otro reciclaje al que la sociedad nos invita todos los días.

Me decía una señora muy mayor que en los funerales de los maridos siempre se consuela a las viudas con la misma canción. No se preocupen porque en el cielo volverán a reunirse y vivir juntos para siempre. ¿Es vedad eso padre? Me preguntaba. Yo he aguantado a mi marido aquí durante sesenta años y no quiero aguantarlo en el cielo, tiene que liberarme de semejante situación.

Yo creo que estáis condenados a vivir aquí y allá juntos forever.

Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre, nos ha recordado el evangelio de Marcos. Me encanta la frase en inglés till death do us part, hasta que la muerte nos separe. Este es el proyecto de Dios desde el principio.

Cuentan que el duque de Baviera sufría un asedio por parte del emperador Conrado. Los víveres escaseaban en la ciudad amurallada y decidieron que dejarían salir a las mujeres. Estas podían llevar solamente una cosa. Podían salir con sus joyas, su dinero, una vaca, algo precioso para ellas. Llegó el día, se abrieron las puertas de la ciudad y las mujeres empezaron a salir. Todas llevaban lo más precioso cargado a sus espaldas, sus maridos. Hicieron su elección.

La sociedad en la que vivimos, su ley, nos permite hacer miles de elecciones: casarnos por lo civil, vivir juntos, divorciarnos, tener varios maridos, matrimonios homosexuales…

Vosotros habéis hecho vuestra elección. Aquí en la iglesia, en este día, queréis que Dios sea testigo de vuestro sí, queréis que la iglesia bendiga vuestro amor con la gracia del sacramento, queréis que un cura junto con vuestros padres, padrinos, familiares y amigos sean los testigos de vuestro solemne y público sí.

Habéis elegido la opción de Jesús, un matrimonio cristiano y guiado por la fuerza y el amor del evangelio. Con la ayuda de vuestros padres y amigos, seguro que permaneceréis fieles hasta el fin.

Que la alegría y la fiesta de este día, uno de los más hermosos de vuestra vida, no tenga fin. Amén