LA PRIMERA JUBILACIÓN

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

 

 

La población de la provincia de Soria está mayoritariamente jubilada. Prejubilados y jubilados llenan los paseos de la Dehesa y las plazas de la ciudad. HERALDO SORIA tiene jubilados para su última página por años sin fin. Nuestros jóvenes, los grandes ausentes, surcan la geografía nacional y comunitaria estudiando o trabajando.

Los jubilados van de compras, recetas rojas en la mano, a las farmacias y la bolsa pesa más que la compra del Día o del Mercadona.

La Primera o Pequeña Jubilación, etapa tan esperada, es la liberación del jefe gruñón, de los compañeros bordes y de un trabajo cada día más pesado y antipático, aunque después, todo se ve de color de rosa y con nostalgia.

Los jubilados regenerados y reciclados se inventan una nueva vida, camuflan su edad y con la ayuda de las pastillas rosas y azules son capaces de todas las proezas juveniles. Alegres y optimistas viajan y ríen con esos nietos que sus hijos no pueden atender.

La jubilación, todo el tiempo en las manos, es tiempo favorable para el voluntariado: ONG, cáritas, corales de música, clases, catequesis, guías, cicerones…

Recuerdo con cariño a un jubilado americano que me regalaba una hora de su día en Riverside Church, me corregía mis sermones, me sugería nuevas pistas y rebatía mis ideas papistas.

El único problema es que el tiempo entre la Primera o Pequeña Jubilación y la Segunda o Gran Jubilación, la del camposanto, es tan corto que hay que vivirlo y ofrecerlo con generosidad. Sería una pena que Soria se convirtiera en una reserva de jubilados.

Lo escritores, los pensadores, los músicos… nunca se jubilan.

Saramago, archijubilado, sigue escribiendo novelas panfletarias y aburridas que yo sigo comprando.

¿Y los curas? Los curas, dedicados a tiempo completo y de por vida, al servicio de Dios y de los hombres, tampoco se jubilan, aunque algunos por razones misteriosas son jubilados.

Ahora, la crisis afecta a lo temporal y a lo trascendente, los curas jubilados sólo sirven a los jubilados que pasan de liturgias inspiradoras e interactivas. Lo suyo es consumir el producto de siempre y como siempre.

Sin relevos a la vista y poco necesitados, los curas, generales de sillón, envejecemos sin lamentos, esperando con temor y temblor como cualquier jubilado soriano la Segunda o Gran Jubilación.