PRENSA Y RELIGIÓN

P. Félix Jiménez Tutor, Sch. P.

   

 

El domingo, los creyentes celebrábamos el Día más joven, más luminoso y más alegre del año, Pascua Florecida.

La prensa, atenta a la cotidianidad tangible, ignoró el evento que, en su inmaterialidad, escapa al ojo humano y a las cámaras.

La prensa española ha eliminado la religión de sus páginas.

¿Miedo a perder clientes? ¿Alimento demasiado heavy para una sociedad de obesos?

Los valores del espíritu han cedido su puesto a los productos de la comida rápida, a la cultura de lo efímero.

El periódico, flor de un día, río vertiginoso, no tiene tiempo para rumiar la cultura que dura y da sentido, si lo hay, a este peregrinar humano.

El periódico recoge los latidos de la ciudad secular cada día más secularizada, más anónima y más angustiada por el rumbo del equipo de fútbol local.

La religión, a pesar de que según algunos está contra las cuerdas y en el asalto número 12, está aquí para quedarse. La ciencia no me consuela y el progreso me hace la vida más cómoda pero no me hace más feliz. “Los hombres mueren y no son felices”.

Cuando una puerta se cierra, otra se abre.

Internet, continente vasto, sin fechas y sin normas, es la puerta abierta a todas las ideas, a todas las aberraciones, a todas las conversaciones, a todas las iglesias… un peep show en casa, una iglesia, una sinagoga, una mezquita… en casa.

Son muchos los que por excusas infantiles, alergias diabólicas, razones de salud y deportivas… no frecuentan nunca las iglesias.

Internet es la iglesia virtual del siglo XXI. Entra. Nadie es testigo de tu búsqueda ni de tu presencia.

Puedes elegir el cura, el sermón, la música… Puedes confesarte y casarte online.

Todo menos bautizar a tu hijo, aún no se ha inventado el agua virtual.

Me marea su oleaje espumante y estruendoso.

Escribía yo, tiempo atrás, que es más importante estar presente en esta iglesia virtual que abrir la puerta de la iglesia de piedra en la que ya no entran ni los jóvenes ni los treintañeros ni los indiferentes…

Muchos a lo largo de la historia se han convertido leyendo el Libro o un libro.

Pronto haremos el catálogo de los que se han hecho cristianos o han confirmado su fe peregrinando por el continente virtual.

Yo no soy pesimista. La religión organizada, hoy en caída libre por los errores de sus dirigentes, a pesar de su miopía y su estrechez, no es una moda ni una necesidad enfermiza ni una consolación humana ni tiene todas las respuestas. No fracasará porque tiene la respuesta al único negocio que importa, la salvación.

Por este camino tortuoso accedemos de la nada al Todo.