De nuestros lectores

 ORACIONES PARA

TERMINAR EL DÍA.

   

1. OFRENDA DE LA TARDE

Como una ofrenda de la tarde,
Elevamos nuestra oración;
Con el alzar de nuestras manos,
Levantamos el corazón.

Al declinar la luz del día,
Que recibimos como don,
Con las alas de la plegaria,
Levantamos el corazón.

Cuando sembramos de esperanza,
Cuando regamos con dolor,
Con las gavillas en las manos,
Levantamos el corazón.
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2. HORA DE LA TARDE

Al romper el día,
Nos apalabraste.
Cuidamos tu viña
Del alba a la tarde.
Ahora que nos pagas,
Nos lo das de balde,
Que a jornal de gloria
No hay trabajo grande.

Das al vespertino
Lo que al mañanero.
Son tuyas las horas
Y tuyo el viñedo.
A lo que sembramos
Dale crecimiento.
Tú que eres la viña,
Cuida los sarmientos. 

Hora de la tarde,
Fin de las labores,
Amo de las viñas,
Paga los trabajos de tus viñadores.
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3. AMO, SEÑOR, TUS SENDAS

Amo, Señor, tus sendas, y me es suave la carga
(la llevaron tus hombros) que en mis hombros pusiste;
Pero a veces encuentro que la jornada es larga,
Que el cielo ante mis ojos de tinieblas se viste,

Que el agua del camino es amarga..., es amarga,
Que se enfría este triste corazón que me diste;
Y una sombría y honda desolación me embarga,
Y siento el alma triste hasta la muerte triste...

El espíritu es débil y la carne cobarde,
Lo mismo que el cansado labriego, por la tarde,
De la dura fatiga quiere reposar...
 

Mas entonces me miras...y se llena de estrellas,
Señor, la oscura noche; y detrás de tus huellas,
Con la cruz que llevaste, me es dulce caminar.
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4. CRISTO DEL CALVARIO

En esta tarde, Cristo del Calvario,
Vine a rogarte por mi carne enferma;
Pero, al verte, mis ojos van y vienen
De tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.

¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?

¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?

Ahora y ano me acuerdo de nada,
Huyeron de mi todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
Se me ahoga en la boca pedigüeña.

Y sólo pido no pedirte nada,
Estar aquí, junto a tu imagen muerta,
Ir aprendiendo que el dolor es sólo
La llave santa de tu santa puerta.
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5. DIME QUIÉN ERES

Ahora que la noche es tan pura,
Y que no hay nadie más que tú, dime quién eres.

Dime quién eres y por qué me visitas,
Por qué bajas a mi que estoy tan necesitado
Y por qué te separas sin decirme tu nombre.

Dime quién eres tú que andas sobre la nieve;
Tú que, al tocar las estrellas, las haces palidecer
De hermosura;
Tú que mueves el mundo tan suavemente,

Que parece que se me va a derramar el corazón.

Dime quién eres; ilumina quién eres;
Dime quién soy yo también, y por qué la tristeza
De ser hombre;
Dímelo ahora que alzo hacia ti mi corazón,
Tú que andas sobre la nieve.

Dímelo ahora que tiembla todo mi ser en libertad,
Ahora que brota mi vida y te llamo como nunca.
Sostenme entre tus manos; sostenme en mi tristeza,
Tú que andas sobre la nieve.
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6. ¿QUÉ VES EN LA NOCHE?

¿Qué ves en la noche,
dinos, centinela?

Dios, como un almendro
Con la flor despierta;
Dios que nunca duerme
Busca quien no duerma,
Y entre las diez vírgenes
Sólo hay cinco en vela.

¿Qué ves en la noche
dinos, centinela?
Gallos vigilantes
Que la noche alertan.
Quien negó tres veces
Otras tres confiesa,
Y pregona el llanto
Lo que el miedo niega.

¿Qué ves en la noche
dinos, centinela?

Muerto le bajaban
A la tumba nueva.
Nunca tan adentro
Tuvo al sol la tierra.
Daba el monte gritos,
Piedra contra piedra.

¿Qué ves en la noche
dinos, centinela?

Vi los cielos nuevos y la tierra nueva.
Cristo entre los vivos,
Y la muerte muerta.
Dios en las criaturas,
Y eran todas buenas. Amén
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7. IGNORANDO MI VIDA

Ignorando mi vida,
Golpeado por la luz de las estrellas,
Como un ciego que extiende,
Al caminar, las manos en la sombra,
Todo yo, Cristo mío,
Todo mi corazón, sin mengua, entero,
Virginal y encendido, se reclina
En la futura vida, como el árbol
En la savia se apoya, que le nutre
Y le enflora y verdea.

 Todo mi corazón, ascua de hombre,
Inútil sin tu amor, sin ti vacío,
 En la noche te busca;
Le siento que te busca, como un ciego
Que extiende, al caminar, las manos llenas
De anchura y de alegría.

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8. ANOCHECE

Atardece, anochece, el alma cesa
De agitarse en el mundo
Como una mariposa sacudida.

La sombra fugitiva ya se esconde.
Un temblor vagabundo
En la penumbra deja su fatiga.

Y rezamos, muy juntos,
Hacia dentro de un gozo sostenido.
Señor, por tu profundo
Ser insomne que existe y nos cimenta.

Señor, gracias que es tuyo
El universo aún; y cada hombre
Hijo es, aunque errabundo,
Al final de la tarde, fatigado,
Se marche hacia lo oscuro
De si mismo; Señor, te damos gracias
Por este ocaso último.
Por este rezo súbito. Amén
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