MONICIONES Y ORACIÓN DE LOS FIELES - CICLO C

Trigésimo segundo DOMINGO

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

 Escritura:

2 Macabeos 7, 1-2.9-14; 2 Tesalonicenses 2, 16-3.5; Lucas 20, 27-38

ENTRADA

Hermanas y hermanos, nos hemos reunido para celebrar el día del Señor, el día del descanso y de la comunidad.

La Palabra de Dios nos describe la salvación como resurrección. Vivamos la vida cristiana como hombres salvados, a pesar de las pruebas y dificultades de cada día.

Comenzamos nuestra fiesta con el canto de entrada.

PRIMERA LECTURA

El relato del martirio de una madre y de sus hijos es el testimonio de su fidelidad a la ley y a la voluntad de Dios.

La muerte es la aparente derrota ante el mal. La vida que Dios nos da es la victoria de la resurrección, el triunfo del amor.

Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.

SEGUNDA LECTURA

Pablo nos invita a todos a rezar por el éxito de la evangelización y para que la Palabra brille en medio de los hombres.

A nosotros nos toca que la Palabra, a pesar de los muchos obstáculos, pueda ser proclamada y escuchada.

Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.

EVANGELIO

Nuestro último enemigo a vences es la muerte.

La zarza, a la que Moisés se acerca, es el símbolo de la vida y del amor de Dios hacia nosotros, sus hijos.

El misterio de la vida y de la muerte sólo tienen respuesta en el Dios de los vivos.

Escuchemos la proclamación del evangelio.

ORACIÓN DE LOS FIELES

  1. Oremos por los líderes de la iglesia para que hagan de la conversión de los corazones su misión y su oración. Roguemos al Señor.

  2. Oremos por los líderes de las naciones para que pongan todos los recursos humanos y económicos al servicio de los más pobres.

  3. Oremos por todos los creyentes para que nos sintamos seguros en el amor de Dios y siempre le demos gracias.

  4. Oremos por los enfermos, los ancianos, los presos para que se sientan animados por la visita del Señor y la nuestra.

  5. Oremos por todos los difuntos de nuestras familias y de la parroquia (nombres) para que el Señor de la vida les conceda la corona de gloria que les tiene preparada.