MONICIONES Y ORACIÓN DE LOS FIELES - CICLO B

Trigésimo segundo Domingo del Tiempo Ordinario

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

 Escritura:

1 Reyes 17,10-16; Hebreos 9,24-28;
Marcos 12,38-44

ENTRADA

Bienvenidos a la fiesta de Jesús, el hombre generoso y fiel a Dios. El profeta bendice la generosidad de la viuda y Jesús  alaba a otra viuda que confía sólo en Dios.

La eucaristía es la fiesta del dar. Jesús es el anfitrión y la comida de sus hijos. Nosotros, huéspedes agradecidos, celebramos con alegría la generosidad y acogida de nuestro Salvador.

Entonemos el canto de entrada.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA

El profeta Elías puso a prueba la generosidad de la viuda. Y ésta la superó.

Con fe y confianza podemos superar las pruebas de cada día. Los pobres son más generosos y se fían más de Dios porque en Él ponen toda su esperanza.

Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA

Limpios de pecado por la muerte de Cristo, esperamos su venida en gloria.

Proclamamos su muerte y su resurrección en la eucaristía como única garantía de salvación.

Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.

MONICIÓN AL EVANGELIO

Lo ojos de Jesús miran a todos pero miran con especial cariño a los pobres.

Jesús nos mira hoy a nosotros, sus hijos, que nos hemos congregado en el templo del Pilar. Ojalá que el Señor alabe también nuestra generosidad, nuestro sacrificio, y nuestra alabanza limpia de todo egoísmo.

ORACIÓN DE LOS FIELES

  1. Oremos por la Iglesia para que a ejemplo del Señor y de las viudas de la Palabra sea servidora de los pobres y marginados.

  2. Oremos por los gobernantes de las naciones para que las riquezas y bienes del mundo lleguen a todos y especialmente a los más necesitados.

  3. Oremos por nuestra comunidad parroquial para que seamos testigos de la generosidad de Jesús y compartamos con los hermanos.

  4. Oremos por los enfermos, los jóvenes sin camino, y los niños sin padres para que sientan la acogida de Dios Padre y de los hermanos.

  5. Oremos por los difuntos de nuestras familias y de la parroquia y (nombres…) para que vivan en la comunión del Reino nuevo.