MONICIONES Y ORACIÓN DE LOS FIELES - CICLO A

 Vigésimo octavo Domingo del Tiempo Ordinario

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

 Escritura:

Isaías 25, 6-10; Filipenses 4, 12-14.19-20;
Mateo 22, 1-14

ENTRADA

Bienvenidos todos al banquete del Señor. Cada domingo es fiesta, es el día de las bodas del Señor con su pueblo, con cada uno de sus hijos.

Hoy, nos hemos reunido los invitados por el Señor a celebrar nuestra boda con el Dios amor. Un amor que nos ata a Dios y a los hermanos.

Hagamos fiesta y preparémonos para dar un “sí” al Señor y un “sí” a los hermanos.

Entonemos el canto de entrada.

PRIMERA LECTURA

El Reino de Dios es universal, una llamada a todos los pueblos a dejarse vestir de gloria y consuelo por el Señor. Su presencia y su poder tienen que sentirse en esta celebración gozosa.

Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.

SEGUNDA LECTURA

Pablo expresa su confianza en Dios. Pablo, entrenado para hacer frente a todas las situaciones de la vida, nos confiesa con sencillez que “todo lo puede en Aquel que lo conforta”.

Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.

EVANGELIO

El banquete del Señor está siempre preparado. Sólo faltan los invitados.

Usted y yo estamos aquí en este día. La invitación nos ha llegado a cada uno de nosotros por conductos diferentes, pero aquí estamos.

Inviten a sus hijos y a los amigos al banquete dominical.

Escuchemos la proclamación de la Palabra del Señor.

ORACIÓN DE LOS FIELES

  1. Oremos para que Dios suscite en su Iglesia vocaciones para presidir el banquete eucarístico y animar la fe de las comunidades.

  2. Oremos por los gobiernos de las naciones para que movidos por deseos de paz procuren la justicia y trabajen por la reconciliación de los pueblos.

  3. Oremos por los que viven en la pobreza para que el Señor sea su fuerza en las pruebas y el amor de los hermanos alivie sus sufrimientos.

  4. Oremos por todos los que viven en nuestra parroquia para que Dios proteja sus familias y sus trabajos, los guarde en su amistad y los haga crecer en generosidad.

  5. Oremos por los difuntos de la parroquia y de nuestras familias y (nombres…) para que el Señor los siente a la mesa de las bodas del cielo.