MONICIONES Y ORACIÓN DE LOS FIELES - CICLO C

Tercer Domingo de CUARESMA

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

 Escritura:

Éxodo 3, 1-8.13-15; 1 Corintios 10, 1-6.10-12;
Lucas 13, 1-9

ENTRADA

Bienvenidos, hermanos y hermanas, a la fiesta del Señor, a la fiesta de los elegidos de Dios.

Vivimos en un mundo en el que muchos hermanos no creen en Dios. Y donde Dios no está, todo se convierte en desierto, sin caminos ni salidas. Pero Dios puede hacerse presente en nuestro desierto si miramos a lo alto, si miramos a los acontecimientos de cada día como regalos de Dios, si miramos a nuestro corazón y sentimos el deseo de convertirnos.

Celebremos con gozo esta fiesta del encuentro con Dios.

PRIMERA LECTURA

Dios sale al encuentro de Moisés.

Dios le revela su nombre.

Dios oye el grito de su pueblo.

Dios necesita a Moisés en esta tarea.

Dios sigue necesitando a cada uno de nosotros. Dios te necesita a ti.

Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.

SEGUNDA LECTURA

La historia del pueblo de Israel es ejemplo y aviso para nosotros. Dios nos visita y nos da mil oportunidades para convertirnos. La conversión no es un acto súbito, sino que exige diaria vigilancia y diaria gratitud a Dios por los dones que Él nos da a través del bautismo y de la eucaristía.

Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.

EVANGELIO

El evangelio nos invita a no dejar para mañana nuestra conversión, nuestro cambio de vida.

Hoy es el día de la llamada de Dios para nosotros.

Hoy, este árbol de mi vida, tiene que dar frutos de misericordia y de perdón.

Escuchemos la proclamación del evangelio.

ORACIÓN DE LOS FIELES

  1. Por la iglesia para que escuche la revelación de Dios en el grito de los oprimidos.

  2. Por los gobernantes, para que escuchen el grito de los pobres, de los inocentes que viven el dolor de la guerra, y de los marginados y alivien sus sufrimientos con leyes justas.

  3. Por nosotros los cristianos del Pilar, para que adoremos al Dios vivo y demos frutos que le agraden.

  4. Por los catecúmenos, para que se preparen con intensidad para recibir los dones del espíritu.

  5. Por los enfermos de la comunidad, por los encarcelados y por todos los que viven el dolor de la ancianidad y de la soledad.

  6. Por todos los difuntos de nuestras familias y (nombres…), para que el Dios que no se consume y vive siempre los asocie a la familia de los redimidos.