LOS POLÍTICOS Y LA FE

Félix Jiménez Tutor, escolapio

 

 

Los países de nuestro entorno, expresión manida que, unas veces, invocamos para justificarnos y, otras, para acusarnos, en temas religiosos son más sensibles y benévolos, aún hablan del factor Dios positivamente, que nuestra sociedad española cada vez más  muda y más hostil al fenómeno religioso.

Sarkozy, presidente de la República laica francesa, predica sin ruborizarse la bondad de la laicidad positiva y abre las puertas al estudio de las religiones en las escuelas.

Recientemente convocó a los obispos católicos y a los líderes religiosos judíos, musulmanes y protestantes de Francia para dialogar sobre el papel de la religión en esta encrucijada social y los nuevos y apremiantes problemas éticos.

Les confesó que considera un error no haber mencionado en los textos europeos las raíces cristianas de Europa. Todos somos deudores y Europa, a pesar de estar instalada en la zona cero de la fe, carece de alma sin el hálito cristiano.

La República no tiene como misión dar un sentido a la vida de los ciudadanos, ese papel es competencia de las religiones.

Su ministro de exteriores, Bernard Kouchner, fundador de médicos sin fronteras, con atrevimiento pragmático y profético ha reunido en su ministerio un panel de expertos en religión, ya que, según el ministro, “todas las guerras que he conocido tienen un elemento religioso” y no se puede mediar en los conflictos si no se conoce la diferencia entre un musulmán shiita y otro Sunni, entre un ortodoxo griego y un cristiano maronita.

Bernard Kouchner convoca a capítulo a los embajadores de la República periódicamente para ilustrarles sobre las religiones de los países donde ejercen su servicio.

Tony Blair, primer ministro de Inglaterra durante 10 años y 13 años de jefe del partido laborista, cuenta que el único consejo que le dio su abuela fue: “Haz lo que quieras pero no te cases con una católica”.

Consejo que no siguió y su esposa, Cherie Booth, católica comprometida ya en el campus universitario, fue el agente de su conversión a la fe católica. “Sentía que volvía a casa, aquí está mi corazón, aquí pertenezco”, confiesa Tony Blair.

Tony Blair, político activo y presente en múltiples foros internacionales, no oculta su fe y siempre busca una iglesia, esté donde esté un domingo, para celebrarla.

“La Iglesia, dice, puede ser la voz insistente y espiritual que hace que la globalización sea nuestro servidor y no nuestro dueño”.

La fe no es un comodín, es una carta más de la baraja de nuestra vida y hay que jugarla sin complejos seamos políticos o bomberos.