LOS NÚMEROS ROJOS

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

Los números no son ni rojos ni azules, pero los de mi calendario del 2009 sí lo son. A mis alumnos y a mí nos gustan los números en rojo. Son los mojones que marcan los lindes del descanso dominical.

Ahora que vamos a estrenar nuevo calendario, yo no creo en eso de año nuevo vida nueva ni en los propósitos piadosos, me pregunto cómo vamos a vivir los números en rojo.

¿Son días para producir y consumir o días para conectar con los otros y con el Otro?

Los romanos celebraban el dies solis, día del sol, día que los cristianos bautizaron con el dies domini, día del Señor, el domingo.

El 7 de marzo del 321, el Emperador Constantino mandó que “todos los jueces, los ciudadanos y los artesanos descansen en el día venerable del sol”.

El domingo, hasta el calendario es libre y democrático, ha perdido su aureola religiosa. En rojo, pero sin obligaciones, todo para mí.

Los cristianos ya no hacen teología de la memoria: recordarás a tus hijos por la mañana y por la noche el porqué de este día. Infectados por el virus presentista viven sin pasado y sin futuro, el presente es lo lúdico.

Religioso o no, el domingo no debe dejar de ser día de descanso, de familia y de sociedad.

La Asamblea Nacional Francesa tiene sobre la mesa una “Ley sobre la regulación del descanso dominical”.

El texto afirma que la negación de un asalariado a trabajar el domingo no puede constituir motivo de sanción.

En esta eterna polémica, domingo sí, domingo no, no me sorprende nada que los sindicatos y el partido socialista francés estén más cercanos a la postura de la Iglesia que los partidos de la derecha; primacía de lo humano versus lo mercantil.

Un líder sindical afirma: “Somos favorables a un tiempo en el que la producción y el consumo son puestos entre paréntesis para permitir la vida familiar, asociativa y espiritual”.

Martine Aubry, presidenta del partido socialista francés, en una entrevista en el periódico La Croix, hace unas declaraciones magníficas: “Nosotros pedimos que se respete el domingo para que cada uno, creyente o no, pueda dedicarlo a abrirse a los otros, a todas las actividades no comerciales que constituyen la grandeza de nuestra sociedad”.

Son muchos los ciudadanos que por razones de servicio público, hospitales, transportes…tienen que trabajar los domingos. Lo que hay que evitar es imponérselo a otros por razones puramente lucrativas.

Vivir humanamente es mucho más que producir, vender y consumir.

Hasta los trabajadores del cementerio de Soria deberían descansar el domingo. Los muertos no tienen prisa, tal vez los vivos…

El domingo, para nosotros los cristianos, es el día de la gran comunidad. Nos reunimos, hacemos memoria, celebramos, (ojalá celebráramos), alimentamos nuestra fe y nuestra ilusión y salimos alegres y abiertos al ajetreo familiar y social.

El domingo cristiano tiene que ser menos fragmentado, menos misas y más festivas, menos prisas y más tiempo para el Señor del domingo y para los hermanos.

Un buen propósito, a pesar de mi escepticismo, podría ser celebrar los números en rojo humanamente y, los bautizados, cristianamente.
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