LAS OBRERAS DE LA IGLESIA

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

Eva, la primera mujer, la que nunca existió, la que, seducida por el susurro del tentador, quiso ser como Dios ha sido una maldición para todas las Evas marcadas por la p… de pecadoras hasta el día de hoy.

El Edén bíblico, con todas sus bondades, no era el paraíso perfecto. Los seres humanos, machos o hembras, siempre crearán y explorarán nuevos paraísos artificiales con o sin Dios.

Hace ya 20 años que Juan Pablo II publicó la exhortación "Mulieris Dignitatem" –La dignidad de la Mujer-, y el Consejo Pontificio para Laicos ha celebrado un coloquio para conmemorar la efemérides.

Ni la Iglesia "experta en humanidad" ni la sociedad civil, superadas las fronteras del tiempo y del espacio, acaban de abrazar la igualdad de las mujeres.

Una de las acusaciones tópicas de los hermanos protestantes es que los católicos nos guiamos por preceptos humanos. Y tienen razón.

Preceptos humanos son el ayuno eucarístico y "las mujeres en la iglesia que se callen", ¿quién me contestará si se callan? y el celibato sacerdotal, vivir como los ángeles, ¿y los sueños húmedos?

Hoy, en este desierto vocacional, cambio climático religioso, hay que buscar el agua donde sea.

La Iglesia católica nunca reconciliada con los hombres es una iglesia femenina. Las mujeres llenan las iglesias y son las dos manos de los curas.

María Clara Bengemer dice que el 80% de los católicos brasileños no tienen acceso a la eucaristía dominical por falta de curas. Las mujeres se responsabilizan de las comunidades, y se quiera o no, son un hecho eclesial.

Ante esta situación crítica y descorazonadora muchos eclesiásticos, teólogos y teólogas, se preguntan si la prohibición de que las mujeres accedan al sacerdocio ministerial es un precepto divino o humano.

La Iglesia pregona la "dignidad" de la mujer pero no la "igualdad" entre los sexos.

El Vaticano, colmena de ajetreados monseñores y canónigos, afirma, caso cerrado, que es voluntad de Jesucristo que el sacerdocio ministerial sea sólo cosa de hombres.

El río sinuoso y caudaloso de las ideas seguirá fluyendo sin detenerse. Su murmullo impertinente hará el resto.

Basta recordar que hasta 1854 los Papas enseñaron que la esclavitud era también un precepto divino. El tiempo, sólo el tiempo, lo hace todo nuevo.

"La Iglesia católica romana por más que envuelva sus mensajes bajo el manto de la espiritualidad y la antropología bíblica, su posicionamiento es eminentemente político y testimonia su profundo antifeminismo", dice la teóloga Micheline Carrier.

Es admirable la obstinada colaboración de las mujeres en la iglesia, a pesar de estar apartadas del poder sobre lo sagrado. Su participación secular no ha transformado significativamente esta institución patriarcal.

La realidad dominical, teorías aparte, es obvia. La iglesia es el territorio femenino. Los hombres son presencia ocasional y siempre silenciosa.

Las mujeres de buena voluntad son el voluntariado eclesial.

Las mujeres han sido hasta hoy las transmisoras de la fe.

Pero hay que constatar que las mujeres jóvenes han emprendido, como los treintañeros, su éxodo hacia otros pastos.

¿Qué significa ser judío? le preguntaron a Adin Steinsaltz. Éste respondió: "Tener nietos judíos". Si la cadena femenina también se rompe, ¿quién pasará la fe a los hijos?