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LA SÉPTIMA TROMPETA P. Félix Jiménez Tutor, escolapio |
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“Cuando el séptimo ángel del Apocalipsis toque la séptima trompeta se habrá consumado el misterio de Dios”. Algunos amigos, escandalizados por lo que leen y escuchan, piensan que la Iglesia tal como la hemos conocido tiene los días contados. Voltaire, escritor famoso y gran enemigo de los curas, acuñó la frase: “Ecrasez l’Infâme. Aplastad la Iglesia. Al final de su vida los curas franceses oraban por su conversión. Terminó sus días susurrando a su secretario: “Muero adorando a Dios, amando a mis amigos, no odiando a mis enemigos y detestando toda superstición”. Los enemigos de la Iglesia fueron y son legión. Leía en uno de los numerosos artículos que el The New York Times, nada amigo de Benedicto XVI, ha dedicado a airear todos los casos de pedofilia una anécdota que si no es auténtica sí es reveladora. En una conversación con un Cardenal de la Iglesia Napoleón le dijo: “¿No sabe, eminencia, que tengo poder para destruir la Iglesia? El Cardenal le contestó: “Llevamos los curas 1800 años haciendo todo lo posible para destruirla y aún no lo hemos conseguido. Usted tampoco lo conseguirá”. Todas las instituciones tienen necesariamente un escándalo: Watergate, impeachment de Clinton, Filesas, Gürtels…manchas de aceite en una minipiscina. El escándalo de la Iglesia es una mancha global, un pecado global, que se extiende día tras día por todos los continentes y ya ha entrado en el sancta sanctórum del Vaticano. La Iglesia siempre obsesionada y condenadora de los pecados del sexo de los de fuera, ironía divina, vive ahora la pesadilla de los pecados del sexo de los de dentro, de los curas. El escándalo, crisis mal administrada, seguirá siendo noticia hasta que no se pongan todas las cartas boca arriba y resplandezca la verdad total. De los seis Papas que he conocido ninguno tan denostado, tan poco admirado y tan desacompasado con los tiempos, -para los no católicos- como Benedicto XVI. Lo suyo no es gobernar ni administrar. La teología, ciencia de Dios, no tiene respuestas para los problemas humanos. Pero sí la tiene Jesús: Al que escandalizare a uno de estos más pequeños más le valdría que le ataran una rueda de molino al cuello y lo arrojaran al fondo del mar. Según el P. Reese, Benedicto XVI, como la mayoría de los obispos, no comprendió la crisis de los abusos sexuales cuando surgieron al principio. Minusvaloraron su extensión y alcance. Ahora, ya puede olvidarse de hacer la “reforma de la reforma”. No tiempo para añorar un pasado glorioso. El presente, concreto, sucio, humano, demasiado humano, llenará sus días y sus noches. |