LAS BODEGAS VATICANAS

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

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“Hay quienes dejan a los muertos enterrar a los muertos y hay quienes no se cansan de desenterrarlos para rematarlos”, escribe Jean Baudrillard en La Ilusión del Fin.

La ignorancia del pasado es el olvido total, pero los historiadores, fosores de la historia, no nos dejan olvidar. El pasado se convierte en publicidad, los museos y sus exposiciones descongelan la historia y nos invitan a consumirla como si de una tapa exquisita se tratara.

Lux in Arcana es el primer vino que sale de las bodega vaticanas para catadores de un pasado novelesco y novelado. Cien botellas con nombres famosos, impresionan más los nombres que el contenido derramado a lo largo de los siglos.

Los consumidores de vanidades históricas pueden ver botellas y ataúdes vacíos en grandes vitrinas.

Enrique VIII y sus bellas mujeres son producto televisivo, lujuria en la cama y zánatos en la Torre después de la orgía. En la televisión te puede hinchar la cosa, en los Museos Capitolinos, un documento con 80 sellos de los nobles ingleses pidiendo la nulidad de su primer matrimonio, te hace bostezar.

Lutero, reformador visionario y audaz intérprete de la Biblia, queda reducido a un papel, el de su excomunión.

¿Qué queda de Galileo que sabía más y tenía más razón que todos los eclesiásticos que lo condenaron?

La nota sentimental la ponen las cartas lacrimógenas de María Antonieta y de María la reina de Escocia.

Tantos secretos en las bodegas vaticanas y, en estas últimas semanas, hemos asistido a un vaticanoleaks impresionante. ¿Será la exposición una cita con la historia o una distracción para olvidar, lo que importa, el presente?

Los 85 kilómetros de estanterías del Archivo vaticano es un gran cementerio de papeles cuya inmortalidad nadie desea. Si ardiera una noche de San Juan, los Dan Brown podrían escribir novelas más verdaderas.

Benedicto XVI, 85 años, frágil, viejo, dedicado a las cosas del espíritu, tiene su reino en desorden y no se entera de los rumores que recorren el mundo. El Vaticano blanquea dinero, ¿paraíso fiscal?, tiene una pésima administración, envía a Washington al chivato, existen bandos de cardenales enfrentados y para mayor suspense se organiza un asesinato en el Orient Express.

Un Cardenal italiano viaja a China y en el camino conversa y nos revela que al Papa le queda un año de vida.

Benedicto XVI, viajero forzado, hace teología y se desentiende del gobierno de su estado que gobierna a su antojo Bertone. Este deja a los predecesores del papa que descansen en las bodegas vaticanas y prepara el futuro. Y el futuro es ¿quién sucederá mañana a Benedicto XVI?