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LAS AULAS SE VACÍAN P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.. |
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Mi
primer diploma, colgado aún en una habitación de Noviercas, lo
Catequesis dominical en los bancos de la iglesia. Siembra elemental y primera llevada a cabo no por sabias maestras sino por grandes creyentes. Todo empezó allí, el resto lo crecí yo.
No
sé porqué los políticos tienen miedo a la asignatura religión.
La
Las religiones organizadas ya no monopolizan la vida pública pero la espiritualidad, como la zarza de Moisés, seguirá ardiendo sin consumirse en medio de esta tierra baldía y profana. No sé porqué los Obispos organizan una cruzada para mantener la asignatura religión cuando produce frutos tan exiguos y casi nadie acude a la subasta. Una cosa es cierta, los jóvenes sorianos que asisten a la escuela pública han desertado, en masa, de la clase de religión. ¿Pereza, falta de curiosidad intelectual y de fe, inhibición de los padres? No queramos que nuestros jóvenes sean más virtuosos que la sociedad en la que viven. El problema no es la asignatura religión.
Antes
ya han dejado la catequesis familiar. La infancia es apego a
Antes ya han dejado de asistir a la catequesis principal cristiana, la Eucaristía. Antes ya han recibido algún sacramento y se han despedido hasta el siguiente. ¿Cómo van a optar por la asignatura religión si ésta ha quedado arrinconada con los juguetes infantiles? Ahora los jóvenes viven bajo la tiranía de la tribu callejera. Ahora, viven, hipnotizados, la catequesis nocturna de la televisión que les revela todos los secretos diurnos.
Las aulas españolas son cada día más ricas en apellidos foráneos, en rasgos físicos exóticos y en diferentes sensibilidades religiosas. Sería hermoso conocer nuestra religión y las de los demás para respetarlas más y mejor. Si la escuela pública perdiera la asignatura religión, no se perdería nada desde el punto de vista de la fe, de hacer cristianos. Sí se secaría un gran manantial cultural y la posibilidad de penetrar en nuestra cultura y sus sorprendentes manifestaciones artísticas.
Siempre
nos queda la familia, lugar teológico de la fe; ésta hay que
mamarla en la mejor y más pura fuente, los labios y el corazón
de los padres creyentes. Siempre nos queda la iglesia, comunión
y expresión gozosa de lo que somos y queremos ser. |