LA PEQUEÑA ESPAÑA

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

 

 

De las dos Españas de Machado a las múltiples Españas de hoy. Hay un tiempo para unir y un tiempo para dividir. Vivimos bajo el signo de la multi. Celebrémoslo.

Y en Nueva York “La Pequeña España”.

La calle 14 de Manhattan, entre la Sexta y Décima Avenidas, mi refugio durante este verano, aún se conoce como La Pequeña España.

En una de las fachadas una placa recuerda la Spanish Benevolent Association fundada en 1868 para cultivar la identidad original y servir de ayuda a los españoles que emigraban a Nueva York.

Una tarde visité la oficina, caos total, muerto difícil de resucitar, una madrileña me dejó curiosear las fichas de los viejos socios. No encontré ningún soriano.

Esta primera asociación española convirtió este tramo de la calle 14 en La Pequeña España.

Años atrás los restaurantes llevaban nombres españoles, la Casa Moneo proveía los turrones, los vinos y los productos españoles y el día de Santiago se convertía en una gran fiesta religiosa celebrada en la primera iglesia nacional española y en una gran verbena.

Hoy sólo queda la placa, memoria de un pasado que dormita en el fondo del cercano Hudson.

El 11 de julio del 2010 se convirtió en la Gran España. Desde una ventana de la asociación, una pantalla congregó a los españoles y a los fans de la Roja para celebrar el éxtasis del gol. Éxtasis enfriado y reprimido por la escasa sensibilidad policial.

La calle 14 termina y se refleja en el Hudson, el río que fluye en las dos direcciones.

Donde ayer se almacenaba la carne para comer con la boca, hoy, Stella Mc Cartney, Diane von Furstenberg, Moschino, la Perla…exhiben ropas caras para transparentar la carne que se come con los ojos.

La joya del West Side se llama High Line. Un paseo, promenade, parque elevado sobre los raíles de un ferrocarril que hasta 1980 transportó carne y todo tipo de productos al barrio de Chelsea.

Inaugurado en el 2009, guarda un rincón mágico.

A Bell for every minute. Una Campana para cada minuto.

Stephen Vitello ha querido en este campanario del 2010, mapa acústico de la ciudad secular, hacer resonar las campanas de las iglesias y las del dinero de la gran metrópolis.

A las enteras suena el coro de  las 59 campanas. En el minuto 30 suenan las campanas de Trinity Church y en el 59 se oye el tintineo de la campana que cierra la sesión del New York Stock Exchange, la Bolsa.

Fr. Lino, mi acompañante, no comprendía mi excitación ante algo tan insignificante para él, para mí era una comunión con  las iglesias, las sinagogas, los templos budistas…

Una comunión con la ciudad entera.