LAMENTO FUTBOLÍSTICO

 Félix Jiménez Tutor, escolapio

 

 

El 13 de mayo, a las 8 de la tarde, era el principio del fin de la Liga de fútbol. Celebraba yo la misa y a las 8, unos muchachos de la ESO, dejaron a sus padres en el banco de la iglesia y salieron, querían ser testigos de la última hazaña del Zaragoza.

Ahora que ya hemos asistido a las procesiones multitudinarias por todas las ciudades de Europa de los equipos que han conquistado sus Ligas, paseadas las copas, santo Grial lleno de lágrimas, besos y sudor, ¿ahora a dónde vamos a procesionar y a qué santos vamos a cargar en las andas? ¿Ahora, ausentes los dioses, de qué vamos a hablar?

¡Qué alivio! Las emisoras de radio nos dan un respiro. ¿Los pregoneros del gol y de las pipas Facundo, nos invitarán ahora a comernos el Ulises de James Joyce o Corazón tan blanco de Javier Marías?

¿Aprovecharán el tiempo para pulir su zafiedad estudiando los ensayos de Richard Rorty o de Ludwig Witgenstein?

Los futbolistas, sus entrenadores y sus hinchas, además de testosterona necesitan cerebro. Ningún deporte debiera ser enemigo de la alta literatura y de la cultura.

Algún futbolista señala su muslo, su única arma, otros señalan sus partes, motor de la pasión y la agresividad, Beckham enseña su pecho y sus calzoncillos, pero ninguno señala su cabeza, sede la reflexión y el pensamiento.

Conocemos sus tatuajes, sus coches y sus novias ¿y su cerebro? Estos muchachos sólo aparecen los domingos en sus catedrales para ser adorados y entretenernos y eso nos basta.

Dicen que los equipos tienen su capellán, su cura, y algunos hasta rezan un Padre Nuestro y hacen un garabato cuando saltan al campo.

La verdad es que necesitan ser pastoreados para ser más personas y para que los  niños y los jóvenes que quieren ser como ellos tengan más cosas que copiar e imitar que su habilidad con un balón.

El fútbol se ha gentrificado, hoy, es un club privado custodiado por el dios Mamon.

“Lo que siempre se exalta de esos grandes dinosaurios que hacen la comidilla de las revistas y de la televisión es su vida excesiva y la virtualidad de sus gastos monstruosos”. Baudrillard

La Liga terminó, pero el fútbol, la fiesta de las fiestas, no termina nunca.

Se acabó la conversación de la Liga y comienza la de la copa de la copa, la de la recopa, la de Europa, la de…Los libros, huéspedes ilustres y silenciosos, duermen en las estanterías esperando su turno, esperando el réquiem por el fútbol.