LA CUARESMA, ¿TORTURAR O BESAR?

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio....

.

 

Tengo una confesión que hacer…de todos los días del Año Cristiano el que menos me gusta es el Miércoles de Ceniza. Me encanta la alegría de la Navidad, el Mesías de Händel y sus vibrantes aleluyas…pero llega el Miércoles de Ceniza y lo estropea todo. Borrémoslo del calendario, comenta un predicador.

Nietsche acusa a los cristianos de ser un rebaño triste, como si no hubiéramos sido salvados.

Y llega el Miércoles de Ceniza y nos invita a viajar durante 40 días bajo un cielo lleno de nubes y amenazador.

Pecado, palabra fatal, estribillo cuaresmal, lista que algunos se empeñan en alargar innecesariamente, que entristece a muchos cristianos que no tienen conciencia de pecado.

Los mayores hemos experimentado la tortura de la Cuaresma, privaciones y penitencias impuestas, nunca libremente aceptadas.

Tanto mirar al pasado y tanto golpe de pecho por palabras, acciones y omisiones hace que muchos prefieran la compañía de los libertinos en el infierno o donde sea a la compañía de los santos de látigo y cilicio, domadores de la carne y del lobo interior y, ahora, nos enteramos que Juan Pablo II se flagelaba, unos pocos se alegrarán, para mí la noticia es insignificante y digna de olvido.

La Cuaresma como todas las cosas de la vida tiene mil caras.

Los cristianos de siempre, los que acuden al área de descanso los domingos, sólo conocen la cara de la tortura cuaresmal.

Los no practicantes, hijos pródigos desarraigados, ya no conocen ni la palabra.

Al comenzar el Año Nuevo Cristiano tenemos que demostrar a los alejados que no somos un puñado de masoquistas que se lamen todo el día las heridas y cierran la puerta a los apetitos de felicidad.

Convertirse no es hacerse bueno. Hay mucha gente buena en todos los caminos de la vida.

Convertirse no es comerse los santos. Hay muchos santos en el mundo que nunca serán canonizados.

Convertirse no es abrazar una doctrina. Hay miles de doctrinas fascinantes en el mercado religioso.

Convertirse es dejarse amar y besar por el Padre. “El miedo a Dios es una de las grandes tragedias humanas”.

Si entre Dios y usted hay mil pasos de distancia, Dios dará 999 pasos, el último, sólo el último lo tiene que dar usted.

Recuerde, el final no es el Dies Irae sino el Big Bang de la Resurrección y de la vida, razón más que suficiente para reír, alegrarse y gozar.

Mi receta cuaresmal: Dios no le tortura, le besa. Déjese besar. No se torture, bésese. No torture a nadie, bese a todo ser humano que le necesite.