JURAMENTOS

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

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Durante el primer sueño, sin censuras, vivo la primera pesadilla. Me despierto empitonado por un toro, estrangulado por una mujer o en los brazos de la bestia que surge del mar con siete cabezas y siete títulos blasfemos.

En la radio siempre ON. la Cadena Ser emite el programa “Hablar por Hablar”. Este confesionario nocturno, público y sin censura, airea las confesiones de unos penitentes nunca arrepentidos, pero siempre absueltos por los escuchantes.

Entre sollozos o risas musitan sus pecados y, como en los confesionarios de ayer, cuentan sus aventuras sexuales: chico busca chico y encuentra a su alma gemela, un primo desconocido; el exhibicionista deslumbra a sus amistades enseñándoles sus joyas secretas; la madre llora la muerte de su hijo, era ¡tan guapo!

En la noche, tiempo de libertad y de intimidades, la radio ventila los pecados y la desesperación de los mortales.

Los confesionarios de siempre, refugio de telarañas, callan.

Durante mis vacaciones en el West Side de la calle 14 he pasado ratos en un cuarto rotulado: Confesiones y Juramentos.

Pocas confesiones y muchos Juramentos face to face.

El “juramento” es un rito muy enraizado en la cultura mejicana.

Los mejicanos son guadalupanos, la Virgen de Guadalupe es el principio y el final de su religión.

Creo en la Virgen de Guadalupe. Stop. Así de corto es su credo.

Estos inmigrantes, chicos jóvenes, sin familia, sin papeles, sin educación, hacinados en viejos apartamentos, trabajan largas horas en las cocinas de los restaurantes.

Su tiempo libre, agujero negro, se llena de sexo y de alcohol.

Un buen día entran dentro de si mismos y como hijos pródigos pobres, desnudos y ciegos, vienen en busca del padrecito.

“Padre, quiero hacer un juramento”.

Entramos en el cuarto de los Juramentos y te abren el libro de su vida al borde del abismo.

“Padre, tengo 23 años, en Méjico dejé cuatro hijos que tuve con dos muchachas, viernes, sábados y domingos son noches de parranda, borrachera, prostíbulo o barra gay. Gasto los 450 dólares que gano a la semana. No envío dinero a los míos. Quiero cambiar”.

En la jungla de cristal, en esta Sodoma multicolor abundan los hijos pródigos, los inmigrantes machacados y desarraigados.

“Yo, X, juro no tomar alcohol”…

Juramento, palabra de hombre, compromiso serio, que muchos cumplen y los lapsos vuelven a jurar.

Un abrazo, una oración a la Guadalupana y una carrera hacia el trabajo. Yo espero al siguiente…

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