JUDAS, ¿IMPRESCINDIBLE O INNECESARIO?

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

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Todos tenemos la invisible y dulce compañía de un ángel de la guarda y también la compañía visible y agria de múltiples judas.

Desde aquella hora 0, Judas dejó de ser nombre propio para simbolizar el lado oscuro y diabólico del corazón.

Dante, en la Divina Comedia, coloca a Judas en el fondo más hondo del infierno, en las fauces trituradoras del diablo. Gran atrevimiento el suyo.

La iglesia, después de procesos costosos en tiempo y dinero, se atreve a imponer a algunos la medalla de la santidad, garantía de que esas personas están en el cielo o your money back.

La iglesia no ha tenido aún la osadía de condenar a nadie al infierno, ni siquiera a Judas. A las iglesias todas, a Dios gracias, se les escapa el poder sobre el Más Allá.

El Judas histórico, el que los evangelios mencionan al final de la lista de los Doce con el título de "traidor", el de la bolsa y las treinta monedas, el de la nariz como un gancho… está en el origen del antisemitismo, del "pérfidos judíos", de la usura y la avaricia.

¿Sabía Jesús cuando llamó a Judas que lo iba a vender con un beso?

¿Fue Judas elegido para ser el traidor imprescindible de la tragedia?

La programada Pasión, con o sin Judas, tenía que representarse. ¿Es Judas personaje innecesario como lo son sus compañeros?

Los evangelios, escritos muchos años después de los acontecimientos, no son documentos históricos, sí documentos interesados, sí escritos para suscitar la fe, documentos para embellecer las lágrimas de Pedro y ennegrecer la ambición de Judas.

No hay nada escrito. Día a día, sin guión, escribimos nuestra historia.

El hombre Jesús, como cualquiera de nosotros, vivió sometido a los límites del no saber, no podía predecir el futuro que le era tan desconocido como a mí. Y cuando escogió a aquellos hombres, Judas incluido, lo hizo desde el amor, la confianza y la libertad.

Si Judas hubiera sido convocado a esta representación para desempeñar el papel de traidor sin posibilidad de tejer su propia historia y ser él mismo, no habría sido culpable, habría sido simple marioneta y víctima de un Dios tirano.

Judas más terrenal y político que sus compañeros, como tantos otros judíos de su tiempo, esperaba que Jesús escribiera la primera pintada: Romans go home y su mesianismo se coloreara de tonos menos religiosos y más revolucionarios.

Para Judas, el traidor es Jesús. Se contentó con cambiar corazones en lugar de estructuras y aún hoy los judíos siguen esperando al auténtico Mesías.

Judas, políticamente correcto, quiso poner a Jesús en el disparadero para que, desde su fama y su popularidad, actuara para conquistar el poder y fracasó.

La historia que nos cuentan los evangelistas es la historia de un hombre "con un Satanás dentro", Lucas 22,3, un endemoniado que no puede actuar de otra manera y hace lo que tiene que hacer. Personaje imprescindible para consumar la tragedia.

Después de 2000 años de leyenda negra, Judas como Lutero y otros protagonistas de nuestra historia son mirados con mejores ojos. Empiezan a ser rehabilitados, salvados de la ira de Dios y de la de los fundamentalistas.

Judas no es ni héroe ni villano. "Maldecido por Jesús, maldecido por la Iglesia, Judas es el universal reprobado". Judas es más que un individuo, es el símbolo de la traición. Es simplemente innecesario. Jesús muere sin su ayuda. Su vida, sus dichos y sus hechos fueron suficientemente elocuentes y contraculturales como para eliminarlo.
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