¿HA DEJADO ESPAÑA DE SER CATÓLICA?

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

Cuando Azaña acuñó la archirepetida frase "España ha dejado de ser católica" no tenía en mente el pueblo español sino el Estado español.

El Estado no tiene religión, es laico y aconfesional. Esta hazaña se logró definitivamente con la democracia plenamente florecida.

Los hombres tenemos o no tenemos una religión.

Hoy, desde otros ángulos, teólogos y sociólogos siguen haciéndose la pregunta, ¿ha dejado España de ser católica?

Al leer estas sabias disertaciones siempre me ha sorprendido que el único criterio para comprobar el estado de salud del catolicismo español sea la asistencia a la misa dominical.

Ya sé, y estoy convencido, que el visitar el área de descanso, el templo, el domingo para celebrar no sólo lo que somos sino de quién somos es vital para los católicos.

Ser católico es mucho más que aguantar, como dice el documento de la Aparecida, "la pobreza de la vida litúrgica y sacramental de no pocas comunidades cristianas".

Según una encuesta del CIS del mes de abril el 77,3 % de los españoles se definen como católicos, el 12,4 % como no creyentes, el 6, 5 % como ateos y el 1,7% otras religiones.

El agujero no parece tan negro ni tan apocalíptico a primera vista.

La encuesta dice también que entre los que no van nunca a misa, los que van varias veces al año y los que van alguna vez al mes suman el 80,5 %. Sólo el 16,2 % va casi todos los domingos.

Este cambio climático y espiritual sí es alarmante.

Esta radiografía, en blanco y negro, no matiza si de hombres o de mujeres, de ancianos o de jóvenes se trata. Los hombres, materialistas y carnales, van al fútbol y las mujeres a la iglesia. Los ancianos, tomada la pastilla, se acuestan pronto y madrugan para ir a la iglesia; los jóvenes, tostados en el Tanden, en el Grammy o en la Hormiga, se encuevan el domingo entre sábanas y bostezos mientras rumian la exquisita lírica de "Los Violadores del Verbo".

¿Y de ese 16,2 % cuántos comulgan? Pocos. En alguno de mis pueblos nadie.

¿Y cuántos leen el libro más traducido y más vendido del mundo, la Biblia? Ni saben de su existencia.

Les decía yo un domingo a mis feligreses, ustedes son buenísimos. No matan. No roban. No van al Califa. No flirtean con la vecina y vienen a la iglesia. Son buenísimos. ¿Por qué les da miedo acercarse a comulgar?

Para mi la pregunta verdadera es, ¿ha sido España católica alguna vez?

La tierra de santos y de cantos, la tierra que ha exportado curas y monjas, la tierra que ha levantado catedrales y ermitas, la tierra que celebra sus fiestas en torno a un santo o una virgen… Esta tierra pudo tener alguna élite religiosa pero el pueblo permaneció ignorante y prisionero de unas tradiciones y costumbres milenarias y vacías.

La fe, convicción profunda y cimentada en la palabra de Dios y en la Palabra, Jesucristo, nunca echó raíces hondas.

La ignorancia de los consumidores de novenas y funerales es monumental.

La religión fue más una imposición social y estatal que una opción personal.

En estos tiempos de libertad, la gente se ha sacudido el pesado yugo de la religión: leyes, prohibiciones, miedos, condenaciones…

Jesús vino para liberarnos del yugo esclavizante de toda religión, dice Paul Tillic.

Durante décadas dimos por supuesto que éramos una nación católica y trabajamos poco y rutinariamente.

Ahora nos despertamos y constatamos que los jóvenes no acuden al área de descanso, que la influencia social de la iglesia se diluye como un azucarillo, que los hombres "apostatan silenciosamente de Dios" y que nuestra ilusión es limitada.

No es hora de llorar sino de ilusionar.

No es hora de amenazar sino de testimoniar la felicidad y el coraje de ser.

"To be or not to be that is the question".
.