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HALAR SU LENGUA |
Bozo era un elefante enorme, hermoso y amable. Los niños le ofrecían cacahuetes en las palmas de sus manos y Bozo las cogía con mucho cuidado y parecía sonreírles agradecido. Pero un día nadie sabe por qué, Bozo cambió. Estuvo a punto de matar al hombre que limpiaba su jaula. Se enfadaba con los niños en el circo y se puso imposible. Su dueño pensó que había llegado la hora de deshacerse del elefante otrora tan amable. Para obtener fondos y comprar un nuevo elefante, el dueño organizó una gran exhibición en la cual se ejecutaría con toda solemnidad a Bozo. Se llenó la plaza y tres hombres estratégicamente colocados con rifles apuntaban a la cabeza del elefante. Antes de que dieran la señal de disparar, un hombre pequeño se acercó al dueño y le dijo: “Señor, esto no es necesario. Bozo no es un mal elefante”. “Sí, le contestó, y tenemos que matarle antes de que mate a alguien”. “Señor, concédame dos minutos con él en su jaula y le demostraré que está equivocado”. Después de una larga conversación le permitieron entrar en la jaula del elefante que resoplaba y trompeteaba. Antes de que el elefante le embistiera, el hombre comenzó a hablarle. Bozo se calmó inmediatamente. Los espectadores cercanos lo oían pero no entendía nada porque le hablaba en una lengua extranjera. El animal comenzó a temblar y agitar su cabeza. El extraño se acercó a Bozo y acarició su trompa. El gran elefante lo envolvió tiernamente con su trompa, lo levantó y le dio unas vueltas alrededor de la jaula antes de dejarlo cuidadosamente junto a la puerta. Todos aplaudieron. Cuando salió de la jaula le dijo a su guardián: “Como ves es un buen elefante. Su problema es que es indio y sólo entiende un idioma. Necesita a alguien que hable su idioma. Si encuentra en Londres alguien que le hable de vez en cuando en su idioma no tendrá ningún problema”. El hombre se puso su abrigo y se marchó. Ese hombre se llamaba Rudyard Kipling.
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