EXALUMNOS,  CINCUENTA  AÑOS  DESPUÉS

P. Félix Jiménez Tutor, Sch. P.....

.

 

La corta vida de los salmones es una hermosa parábola de la vida humana.

Nacen en las aguas frescas y saltarinas de los ríos del Pacífico y a los cuatro meses de vida emprenden, río abajo, un largo y peligroso viaje hacia el océano. Del agua dulce a la salada, de lo diminuto a lo inmenso, de la infancia a la madurez.

Tres años disfrutando la vida libre, atrevida y loca en la maravillosa ciudad oceánica. Al cuarto año, los salmones, obedientes a las leyes de la naturaleza, emprenden, río arriba, la vuelta a casa y, a pesar de las distancias kilométricas, nadie sabe cómo, pero la encuentran.

Dicen que es el gusto de la primera agua o el olor del camino almacenados en el cerebro o simplemente las estrellas las que los guían fatalmente al lugar de su nacimiento. Allí la hembra pone unos cuatro mil huevos que el macho fecunda y en su cuna, cumplido el mandato de llenar el río, de crecer y de multiplicarse, cavan su tumba y mueren. En su principio está su final.

Ahora todo es más aséptico, más programado y menos libre. No hay viajes salmónicos ni de Ulises. Todo se reduce a la vida ordenada en la piscifactoría.

El día 24 de junio, un grupo de salmones maduros, exalumnos escolapios, celebrarán una fecha entrañable: cincuenta años después.

Tengo ante mi una carta y una lista con sesenta y cinco nombres. La encabeza Almería Pancorbo José Luis y la cierra Zamora Zamora Silvino.

"En el inicio del curso 2006-2007 se van a cumplir cincuenta años de nuestra incorporación a segundo curso de Bachillerato en el que, en aquel momento, fue el nuevo Colegio de Nuestra Señora del Pilar, PP Escolapios, en la Avenida de Valladolid 15, de Soria."

Los salmones vuelven a desovar al origen. Los criminales revisitan el lugar del crimen. Las personas agradecidas siempre vienen a decir gracias.

¿Cómo recomponer el puzzle de la vida sin mirar atrás?

Las piezas más grandes y más alegres son las del pasado. El que no logra encajarlas vive cojo y traumatizado. Esas piezas, ciertamente, tenían sus aristas cortantes: el cura más que hueso, la misa diaria, las velas de la tarde, el tufo corporal, la rivalidad entre internos y externos, los padres superexigentes, la letra con sangre entra…

Estos exalumnos no vienen a maldecir el pasado porque el pasado asumido y bien curado es sólo objeto de celebración y de risa.

Yo no entiendo a las personas que odian o se avergüenzan de su pasado. A pesar de las muchas cicatrices autoinfligidas o causadas por otros, sólo siento agradecimiento cuando miro atrás. La mano invisible de Dios, a través de miles de peligros, me ha guiado hasta aquí, el origen, a este hoy, presente lleno de gracia.

Estos exalumnos, sorianos en Soria o sorianos en la diáspora, curtidos en mil batallas, se acercan a su cuna escolapia para avivar las brasas de la amistad y recordar palabras clave de su educación: José de Calasanz, Escolapios, Piedad y Letras y, más allá de lo local y anecdótico, el que es universal y eterno, Jesucristo el Señor.

Estos exalumnos, cincuenta años atrás, fueron los primeros en llenar con su vitalidad desbordada el Colegio de la Avenida de Valladolid 15. Hoy, les damos la bienvenida del amor y les abrimos de par en par el nuevo Colegio de la Calle Frentes 2 A

A todos los exalumnos, agradecidos o cabreados, creyentes o indiferentes, les ofrecemos también nuestra casa y nuestra amistad.

.