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LA ESCUELA SIN ADJETIVOS P. Félix Jiménez Tutor, escolapio |
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Ya han vuelto los muchachos y los hemos secuestrado en la escuela. Unos en la escuela pública o laica, otros en la escuela concertada o católica. Los seres humanos no podemos vivir sin etiquetas porque tenemos miedo a ver la sociedad a través de la lente de la diferencia. Tenemos miedo a que nuestra identidad -ya laica o religiosa- se disuelva en el abrazo de lo múltiple y de lo diferente. La escuela, the school, l’école, la scuola…palabra mágica que evoca risas y lamentos, premios y castigos, encuentros que perduran y se hacen eternos y despedidas geográficas que no del corazón. La escuela y la religión, superorganizadas o libertarias, bajo miles de ropajes diversos han existido y existirán siempre. Nada de lo que es humano debe quedar fuera del ámbito escolar: la educación para la ciudadanía, la educación sexual, la economía, la higiene, los buenos modales y hasta la religión. La religión y las religiones, fenómeno universal, el 56% de la humanidad cree y adora al Dios de Abrahán y el 21% sigue las otras grandes religiones, nos explican mucho mejor que otras materias de las humanidades cómo somos, cómo hablamos y cómo está organizado nuestro mundo. Las religiones dan razón de nuestras creencias, de nuestras tradiciones y de los múltiples ritos culturales que jalonan nuestro devenir. La religión, presente en todas las sociedades, tiene que ayudar a nuestros jóvenes a aceptar y amar las diferencias y a aprender de los otros, de los que son diferentes, para reinventar una sociedad nueva, diversa, plural y globalizada. Cometeríamos un grave error, que las generaciones futuras no nos perdonarán, si arrojáramos por la ventana, por ignorancia o por maldad, el mundo de las religiones con sus mitos y sus libros sagrados y milenarios de la escuela. ¡Qué pobreza marginar este universo lleno de poesía y de verdades que billones de personas defienden con pasión y por el que dan su vida! La religión es mucho más que el folclore fundamentalista o iluminado, es una manera de vivir. Los seres humanos se pueden definir como el Homo quaerens, el hombre que busca, criaturas testarudas que no pueden dejar de preguntarse el por qué y de preguntarse una y mil voces por qué se preguntan por qué. La escuela no necesita ningún adjetivo. Es el templo del saber, de todos los saberes.
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