EL YUGO DE LA RELIGIÓN

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

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Visitar Macy’s o Bloomingdale’s es entrar en el templo de la eterna juventud. Cientos de dependientes perfumados y sonrientes, estanterías atiborradas de artículos multicolores, flores…y en estos templos los turistas del mundo se sienten abrumados y alagados por la obscena abundancia de todo lo que no necesitan.

Son pocos los turistas que visitan uno de los rincones más idílicos de Nueva York, Los Claustros, y también es verdad que a ninguno se le ha perdido nada en el Mount Sinai Medical Center de la Quinta Avenida.

Yo, no por gusto, sí por oficio y amistad siempre tengo que visitar a alguien en algún hospital de la ciudad.

En los hospitales se encuentra un ascensor inquietante, el Shabbat Elevator, el ascensor del sábado.

Uno de los grandes trabajos que la Religión Judía prohíbe a sus fieles es encender y apagar cualquier instrumento eléctrico. En el ascensor del sábado no hay que trabajar pulsando botones, se abre automáticamente y para religiosamente en todos los pisos.

Un goyim, un gentil, por 25 centavos les enciende las luces de la casa.

El yugo de la religión, manojo de llaves humanas e inhumanas, unce a los hombres no a Dios sino a la tiranía de una pseudoreligión.

Ser religioso es tener un ligue con Dios no con una ley.

Ninguna religión escapa de la tiranía de la castración perfeccionista y legal.

El yugo, pieza de museo agrícola, en esta cultura del entretenimiento y de lo desechable ha perdido su utilidad y su valor simbólico.

El yugo del domingo. Los católicos, uncidos a la modernidad y en busca de la libertad perdida, hace tiempo que han dicho adiós al yugo del precepto dominical. Liberados del peso mortal de la ley, ofrecen su cuello y su cuerpo entero al yugo de las compras, del deporte o de un descanso vacío y solitario. Unos pocos acuden aún al área de descanso a celebrar la gran liberación.

El yugo del sexo. La realidad es el sexo y el más allá del sexo es la alegría de una nueva vida.

Si en algo los católicos se han liberado de verdad es en la vivencia de la sexualidad. Las leyes de la Iglesia son ignoradas y su incumplimiento ya no crea ningún sentimiento de culpabilidad.

Uncidos al yugo del autoerotismo, del amor libre, del matrimonio mientras funcione, del divorcio, de los juguetes eróticos…viven sin represiones el instinto básico y sin más leyes que las que ellos se imponen.

El yugo del otro. "Sin el otro no soy nada, con el otro estoy a su merced. A lo único que puede acceder el individuo es a una felicidad endeble".

Ni Dios ha muerto, ni las religiones organizadas han desaparecido, pero en este tiempo de libertad sin diques han brotado miles de manantiales de nuevas espiritualidades. Sin templos, sin el Libro, sin dogmas, sin leyes, sin sacerdotes…ofrecen a sus seguidores posmodernos sentimientos positivos, técnicas de meditación y relajación, calor emocional, deificación de la naturaleza y un panteísmo consolador.

Las estanterías de libros, discos y DVD New Age en las librerías son una invitación a soñar y soñarte libre.

Uno de sus gurus, Deepak Chopra, acaba de publicar un título sugestivo: "¿Por qué se ríe Dios? El sendero hacia la alegría y el optimismo".

En ausencia del yugo de la religión, vivan las espiritualidades, caminos nuevos y placenteros que llevan, superados los miedos y los poderes opresores, a la mismísima eternidad.