E L  V I A J E

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio....

   

 

"Para dar ejemplos de aquella interminable guerra entre hermanos gemelos (Oriente y Occidente) repasaba toda una serie de hechos históricos"… El libro negro. Orhan Pamuk.

Todos los caminos conducen a Roma decimos maquinalmente, aunque ahora conducen a cualquier punto de este mapa cada vez más pequeño y conocido. Roma, la ciudad eterna, la ciudadela del Papa de blanco, viaja también por las autopistas del cielo.

Juan Pablo II en su afán de unir los opuestos y de cobijar bajo una tienda más grande que la romana a todas las religiones hizo del mundo entero su gran escenario.

Asís, símbolo del ecumenismo, fue la hoguera de la oración de todas las religiones, glosolalia maravillosa y zarza ardiente atizada por el deseo unificador de Juan Pablo II. Algunas altas jerarquías del Vaticano nunca entendieron esta mezcolanza de acentos, atuendos y plegarias. "La gente rezaba junta, pero nadie sabía qué es lo que rezaba", comentó un monseñor muy cercano a Ratzinger. Asís para la nueva administración es, si no un error, sí una distracción inútil.

Juan Pablo II, archiconservador en los temas de siempre, supo derribar muros con sus gestos y su teatro humano.

Benedicto XVI, el intelectual, quiere marcar el territorio y diferenciar los credos. El discurso de Ratisbona fue el turning point de su apagado pontificado. Desde aquel día se convirtió en un jugador galáctico, catapultado al estrellato, ahora tiene un papel, el de confrontar la violencia de la amenaza islámica. Ha encontrado un "enemigo", una causa, ha reanimado una discusión, el choque de civilizaciones entre Oriente y Occidente.

El viaje a Turquía, viaje pastoral, todos los viaje papales se venden como pastorales, pero siempre son salpicados por la espuma turbia de la diplomacia.

Las primeras declaraciones que la prensa aireó fue que el Estado Vaticano no se opone a la entrada de Turquía a la UE.

"El apoyo divino: el lugar de Turquía está en la UE", decía un periódico. Y el Radical editorializaba: "dudo de la sinceridad del Papa".

En su encuentro con Ali Bordakoghu, jefe de asuntos religiosos, Benedicto XVI, espigador de citas arcaicas y malévolas, en esta ocasión le ofreció una cita amable. "Como ejemplo de respeto fraterno con el que los cristianos y musulmanes pueden trabajar juntos, me gusta citar las palabras dirigidas por el Papa Gregorio VII, en 1076, a un príncipe musulmán de África del Norte, que había tratado con gran bondad a los cristianos que estaban bajo su jurisdicción. El Papa Gregorio VII hablaba de una caridad especial que los cristianos y los musulmanes se deben mutuamente, ya que "nosotros creemos y confesamos un solo Dios, aunque sea de manera diferente, cada día lo alabamos y lo veneramos como Creador de los siglos y Gobernador de este mundo.

Alí le disparó, en su respuesta, un dardo envenenado: "La supuesta convicción de que la espada es usada para expandir el Islam por el mundo y la creciente Islamofobia nos hiere a todos los musulmanes".

En todos los encuentros oficiales Benedicto XVI no se cansa de condenar toda forma de violencia en nombre de la fe. Y pide garantías de libertad religiosa, requisito para una sociedad justa.

En Turquía el gobierno controla la religión oficial, el 95% de los ciudadanos son musulmanes y los otros grupos, sin derechos, a penas pueden subsistir. Los cristianos representan el insignificante 0,15%.

El viaje pastoral y ecuménico, encuentro fraterno con Bartolomé I patriarca de Constantinopla en Istambul pasa para la prensa a segundo plano.

Bartolomé I, primero entre iguales, no tiene autoridad sobre los 300 millones de ortodoxos pero puede desde la Nueva Roma, desde la cátedra de San Andrés, acortar las distancias entre las dos orillas.

Del comunicado oficial de los dos líderes religiosos quiero citar este párrafo que me parece muy significativo e ideológico.

"En Europa, aun permaneciendo abiertos a las otras religiones y a su contribución a la cultura, debemos unir nuestros esfuerzos para preservar las raíces, las tradiciones y los valores cristianos, para asegurar el respeto de la historia, así como para contribuir a la cultura de la futura Europa y a la calidad de las relaciones humanas a todos los niveles".

El viaje fue austero. No baño de multitudes. Sólo policías, guardando las entradas y salidas.

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