¿EL OPUS DEI EN LA CASA BLANCA?

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

Rick Santorum, el sueño imposible, acaba de ganar unas batallitas en Kansas, Misisipi y Alabama. Saca pecho y da que hablar a los comentaristas y, sobre todo, a los humoristas.

Para ganar en el Deep South, en el cinturón bíblico, tienes que ser conservador, el más conservador de todos y Santorum gana a sus rivales en fuego bíblico y en su lucha contra la influencia de Satanás en América.

Los alcohólicos anónimos se presentan con un “me llamo Rick y soy alcohólico”. Los del Opus Dei ocultan su membresía y no hace falta que pasen por el detector de metales para reconocerlos en la iglesia ya que la abandonan al punto si el cura y sus novedades no encajan en su ritual tridentino.

Santorum si no es miembro del Opus tiene fuertes conexiones con la obra. Su parroquia, Santa Catalina de Siena en Virginia, es rica en dólares y en hijos, todas las familias tienen más de siete hijos. Celebran una misa en latín con canto gregoriano, honran a los no nacidos en su jardín y todas las tardes los curas del Opus adoctrinan a los fieles. Santorum viajó a Roma con las altas jerarquías del Opus para celebrar el centenario del nacimiento de Monseñor José María Escrivá.

Santorum, una bala perdida, un viaje a ninguna parte, ha hecho un gran favor a Obama al olvidarse de la economía, su talón de Aquiles, y cambiar el rumbo del debate.

Como católico conservador y cobijado bajo el paraguas del Opus Dei, Santorum se ha convertido en el defensor de la moral católica: el aborto es un crimen, los matrimonios homosexuales son pura bestialidad, la contracepción es un pecado mortal las relaciones prematrimoniales son la nueva plaga…es la guerra contra el sexo y contra Satanás disfrazado de progreso y libertad. Sus seguidores son la derecha religiosa fundamentalista que está bien viva en la sociedad americana.

Santorum ha abierto también la caja de los truenos. El muro que, según Jefferson, autor del We the people, tiene que separar la iglesia y el estado es para él como un puñetazo en el estómago y tiene que caer como cayó el muro de Berlín y el discurso de J F Kennedy de 1960 sobre las relaciones entre iglesia y estado le hace “vomitar”.

“La constitución no nos da derechos. Reconoce derechos que están escritos en nuestros corazones porque somos una criatura de Dios. De Dios recibimos nuestros derechos” Santorum dixit.

A los republicanos no les queda más remedio que elegir al Mormón al que todos los cristianos odian.

La Casa Blanca no hospedará, de momento, a ningún Mormón ni a ningún miembro o simpatizante del Opus Dei.