EL OBISPO DIMITE

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

El Vaticano detrás de los gruesos muros y del silencio opaco también experimenta turbulencias periódicas, unas secretas e ignoradas, otras aireadas por los medios de comunicación.

El levantamiento de la excomunión a los cuatro obispos lefebvristas, en España nota marginal, en otros países sigue debatiéndose acaloradamente.

El editorial de la revista católica The Tablet lleva por título “Un fiasco dañino”.

Los católicos, según el editorialista, deben defender al Papa frente a las acusaciones injustas, pero deben también levantar la voz cuando las cosas van muy mal. Tristemente, ese momento parece haber llegado.

Dicen que los Legionarios de Cristo hacen voto de no criticar al “padre fundador” y de delatar a los infractores. Tanta lealtad ciega a las personas y las incapacita para ver los fallos de la institución.

El Cardenal Godfried Daneels de Bruselas comentó: “Si yo fuera Papa, pediría excusas”.

Esta “crisis vaticana” ha abierto una herida profunda que tardará mucho tiempo en cicatrizar.

Los jefes de gobierno a la hora de escoger a sus ministros y colaboradores casi siempre caen en la misma tentación, llaman –no a los mejores- sino a los más fieles, a los más leales, a los amigos. Éstos se mantienen en el cargo más por su lealtad que por su eficacia.

Benedicto XVI, único obispo vitalicio, nombra a los obispos de las diócesis del mundo católico. Éstos, curas ortodoxos, obedientes, leales y conservadores, son incapaces de causar el menor oleaje.

El 31 de enero, Benedicto XVI nombró obispo auxiliar de Linz, Austria, al P. Gerahd Maria Wagner y, una vez más, el país tembló.

El P. Wagner, abanderado del conservadurismo en una nación de católicos abiertos y cansados de los escándalos jerárquicos, predica que Harry Potter es puro satanismo, que el huracán Katrina es el castigo de Dios por los pecados de los incurables homosexuales, por las clínicas abortistas y otros atrevimientos nada evangélicos.

La reacción ante semejante nombramiento fue súbita y furibunda. Aux armes citoyens…

El Cardenal Shönberg de Viena convocó a los obispos, viajó a Roma y expuso a los burócratas vaticanos los efectos negativos para la Iglesia de Austria del monumental error.

“Me imagino que muchos de ustedes no se sienten nada bien y yo tampoco.”

“Una vez más la Iglesia aparece como estúpida y nosotros también. Y para colmo ahora nos enfrentamos al furor por el nuevo obispo auxiliar de Linz”, con estas palabras expresaba el Cardenal de Viena su indignación.

Los curas, 31 votaron en contra del nombramiento y 4 a favor, dicen que no quieren convertir la Iglesia en una “secta”.

Los católicos también se movilizaron y decidieron boicotear el impuesto eclesiástico que en Austria es obligatorio. No pagarlo equivale a darse de baja.

El P. Wagner, el 15 de febrero, ante “tan bárbaras e insensibles” críticas presentó su dimisión.

¿Qué o quién causa estas desagradables turbulencias?

La Iglesia tiene su lado humano, demasiado humano, las ha sufrido siempre y no me asustan.

El P. Laurent Villemin cree que “la manera de ejercer la autoridad pontificia no puede ser ya simplemente descendente”.

Se habrían evitado si estas decisiones se hubieran tomado colegialmente.