HOMILÍA DOMINICAL - CICLO A

  Cuarto Domingo de Pascua

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

 Escritura:

Hechos 2, 14.36-41; 1 Pedro 2, 20-25;
Juan 10, 1-10

EVANGELIO

En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos: -Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: -Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí, se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.

HOMILÍA 1

Después de una copiosa cena en una de esas grandiosas mansiones de Hollywood, un famoso actor entretenía a los convidados recitando pasajes famosos de las obras de Shakespeare.

Al final aceptó una última petición. Un tímido y anciano sacerdote le preguntó si conocía el salmo 23. Sí, lo conozco y lo recitaré con una condición, que cuando yo termine de recitarlo, recite usted el mismo salmo.

El sacerdote un tanto embarazado aceptó el reto.

El actor lo dijo maravillosamente y le aplaudieron entusiasmados.

El sacerdote se levantó y dijo las mismas palabras pero esta vez no hubo aplausos, sólo un silencio contenido y alguna lágrima.

El actor saboreó el silencio durante unos momentos y se levantó. Señoras y señores espero hayan comprendido lo que acaba de suceder aquí.

Yo conozco las palabras del salmo pero este sacerdote conoce al pastor.

Pascua significa que somos personas transformadas. Y todos estos domingos son domingos de Pascua para recordarnos que Pascua no es un solo domingo, un solo día. Pascua no es solo una celebración, sino una manera de vivir.

El cristianismo comienza con la Pascua. Sin la Pascua no tendríamos evangelio que predicar, ni Cristo en el que creer, ni iglesia a la que pertenecer, ni misión, ni curas, ni…

Sin Pascua, silencio.

Sin Pascua, nada.

Sin Pascua, sólo muerte.

Alégrense. Cristo ha resucitado. Cristo vive.

Jesús es el pastor que vive. Jesús es la autopista por la que tenemos que circular y la puerta que nos introduce a la salvación del Padre. No hay otro camino ni otra puerta.

Si Jesús es el pastor tiene que existir una relación entre el pastor y sus ovejas.

¿Es Jesús su pastor?

Escuchar su voz es reconocer su autoridad y su importancia, comulgar con su mensaje, dejarse guiar por él y saber distinguir su voz entre los miles de voces que nos convocan de todas partes.

Seguirle es ser discípulo, ser miembro comprometido de su iglesia y pertenecer a su rebaño.

Conocerle es experimentar su amor, acoger el don de la vida eterna, ser su amigo, compartir su mesa y comunicarse con él diariamente a través de la oración.

Hoy, la Palabra nos invita a todos a escuchar su voz, a seguirle y a conocerle. Él no es un asalariado ni un intruso, es el Hijo de Dios, es la puerta del cielo y la puerta de su comunidad, la iglesia.

Y hoy celebramos la jornada mundial de oración por las vocaciones.

Ustedes tienen todos una vocación, la vida cristiana vivida en plenitud es una gran vocación. Ustedes también han sido llamados por su nombre por Dios.

Pero sólo los que son conscientes de su vocación cristiana preguntarán al Señor: ¿Qué quieres de mí? ¿Cómo puedo yo ser más útil en tu Iglesia? ¿Cómo puedo servir mejor a mis hermanos y hermanas?

Sólo los que son conscientes de su vocación cristiana dirán: Aquí estoy Señor, enséñame el camino. Aquí estoy Señor, ayúdame a cumplir tu voluntad.

Se necesitan nuevos pastores. Se necesitan también nuevos sacerdotes.

Ustedes también son necesarios en esta misión pascual.

Todos somos seguidores de Jesús pero seguirle como sacerdote es también una hermosa vocación, no es una vocación gloriosa y apreciada a los ojos de los hombres pero es un gran servicio que podemos ofrecer a la Iglesia de Jesús.

¿Se imaginan a Jesús contando ovejas cada noche cuando intenta dormir?

Sí, eso es lo que hace. Jesús cuenta ovejas cada noche. Y si falta una, siente una gran decepción. Y no duerme hasta que la encuentra.

El buen pastor le conoce. ¿Le conoce usted?

El buen pastor le ama. ¿Le ama usted?

 

HOMILÍA 2

 

En el evangelio de Juan Jesús se autodefine con siete afirmaciones que comienzan con “Yo soy”. Evocación sinaítica que nos recuerda el “Yo soy el que soy” de la zarza incandescente.

Yo soy el pan de vida.
Yo soy la luz del mundo.
Yo soy la resurrección y la vida.
Yo soy el camino, la verdad y la vida.
Yo soy la vid verdadera.

Y en el evangelio que acabamos de proclamar Jesús nos dice:

Yo soy el buen pastor.
Yo soy la puerta, quien entra por mí se salvará.
Yo soy la puerta de entrada a la casa del Padre. Yo soy la puerta a la plenitud de la vida. Yo soy la puerta del banquete y de la fiesta.
Yo soy la puerta. Entren por ella y encontrarán seguridad, y salgan por ella hacia los verdes pastos de la vida.

En tiempos de Jesús no había puertas de bronce flanqueadas por soldados y vigiladas por cámaras de televisión.

El pastor era literalmente la puerta. Encerrado el rebaño en el redil, el pastor era la puerta de día y de noche.

Nuestra experiencia con las puertas en esta sociedad supervigilada es muchas veces humillante. Hasta llegar a la puerta de embarque de un avión hay que pasar un montón de controles por razones de seguridad.

Mi experiencia visitando feligreses en las cárceles de Nueva York no es más agradable. Preguntas, identidad, registro …hasta que tienes acceso a la oveja perdida.

Vivimos en una sociedad amurallada y enferma, en la que nadie se fía de nadie y todos somos tenidos por sospechosos.

Jesús no se parece en nada a esta sociedad y a esta Iglesia, su Iglesia, que nosotros también amurallamos y alambramos.

Jesús es la puerta, siempre abierta, siempre invitando a entrar a la casa del Padre, al amor del Padre, a la familia del Padre, al banquete de Jesús.

La puerta de Dios no tiene nada que ver con la puerta de la Religión. La Religión, en su dimensión humana y social, es más laberinto que redil y, muchas veces, para alcanzar la puerta de embarque hacia Dios tenemos que sufrir los mismos interrogatorios y enojos de sus guardianes, los malos pastores, que en lugar de animar y guiar cierran el camino con miles de preceptos inútiles.

La puerta de Jesús, el Buen Pastor, no es una dirección ni un número, es más una web en la que entras y sales cuando quieres y hasta puedes dejar un mensaje o lanzar un SOS.

Sólo Jesús es la puerta de la salvación. Nadie va al Padre sino a través de Jesús. Todas las puertas humanas crean confusión y son tantas que no acertamos a dar con la única necesaria. Vamos de puerta en puerta, de novena en novena, de santo a santo…Cuánto tiempo perdido cuando la puerta es clara y fácil de encontrar.

La parábola del Buen Pastor que da la vida por nosotros, sus ovejas, es una llamada a entregar nuestra vida, a correr riesgos y a pensar menos en nuestro bienestar y a vivir más por los demás.

Si clickean en Google “Manos que oran” podrán leer la historia del famoso dibujo de Alberto Durero. Cuenta una hermosa leyenda que dos hermanos soñaban con ser artistas. Como no podían costearse los estudios, un domingo, al salir de la iglesia, se jugaron a cara o cruz su destino.

Ganó Alberto Durero que se fue a estudiar a Nuremberg mientras su hermano, el perdedor, se puso a trabajar en las minas para pagar los estudios de su hermano.

Alberto fue a estudiar y triunfó y se convirtió en un pintor famoso.

Ahora su hermano podría cumplir su sueño de ser un gran pianista, pero sus manos destrozadas en la mina ya no servían para nada. Sacrificó su vida para que su hermano tuviera una vida gloriosa y abundante.

La puerta del Buen Pastor es una invitación a tener intimidad con Jesús.

Charles Schwab, magnate americano del acero, conocía el nombre de los ocho mil trabajadores de su empresa. No sé si los pastoreaba o los explotaba, pero el hecho de conocer sus nombres manifiesta su preocupación por su negocio y sus empleados.

Jesús nos conoce a cada uno de nosotros por el nombre, conoce nuestras debilidades, quiere sanar nuestras heridas y darnos la verdadera libertad. “Mi yugo es suave y mi carga ligera”, no quiere agobiarnos sino que tengamos vida abundante.

Nosotros tenemos que conocer al Buen Pastor y tenemos que conocer a los hermanos que celebramos juntos al mismo Pastor y juntos nos alimentamos en los mismos pastos de oración y comunión.

Los pastores humanos nos decepcionan por su condición humana y pecadora, no pongamos en ellos nuestra fe. La fe total y absoluta se la debemos a Jesucristo, el único Pastor de nuestra vida cristiana.