HOMILÍA DOMINICAL - CICLO A

  Séptimo Domingo del Tiempo Ordinario

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

 Escritura:

Levítico 19,1-2,17-18; 1 Corintios 3, 16-23; Mateo 5, 38-48

EVANGELIO

Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”.

Pues yo os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.

Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y aborrecerás a tu enemigo.

Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre buenos y malos, y manda la lluvia a justos e injustos.

Porque si amáis  a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos?

Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles?

Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.

HOMILÍA 1

Esta es una historia verdadera. Sucedió en Canadá. Es la historia de dos agricultores que vivían cerca el uno del otro.

Un día el perro de uno de ellos se soltó y a dentelladas mató al niño de dos años de su vecino.

El padre del niño angustiado cortó la comunicación y la relación con su vecino y los dos hombres vivieron en amenazante enemistad durante años.

Y un buen día el fuego arrasó la propiedad del agricultor dueño del perro y destruyó su granja y sus herramientas.

No podía ni labrar sus tierras ni sembrarlas y su futuro era negrísimo.

Pero a la mañana siguiente se despertó y encontró sus tierras labradas y listas para la siembra.

Preguntó y supo que el que había hecho esta buena acción no era otro que su enemigo, su angustiado vecino.

Con mucha humildad salió en su busca y le preguntó por qué lo había hecho.

Su respuesta fue la siguiente: “Labré tus tierras para que Dios siga vivo”.

El amor cristiano es mucho más que afecto y amistad, es perdón y reconciliación, es gracia y resurrección.

El domingo pasado hablábamos de los diez mandamientos, las diez “Palabras” del Sinaí.

Jesús nos comentaba las “Palabras” desde su interior y nos exhortaba a sus seguidores a superar la mera letra y a profundizar en su espíritu, a vivirlas desde su auténtica dimensión, la del amor.

Jesús no nos manda nada, no es un legislador, no ha venido hasta nosotros con un código de leyes que hay que cumplir bajo pena de cárcel, multa o muerte, cielo o infierno, decimos los cristianos, para eso ya están las leyes y prohibiciones de los hombres.

Jesús ha venido para inspirarnos, para animarnos a vivir la armonía plena con Dios, con los hombres todos y con la naturaleza, su creación.

Como decía el agricultor canadiense para que Dios siga viviendo y destruyendo el muro que nos separa, el odio.

“En el pasado se os dijo; Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo.

Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen”.

DIOS PERDONA. SU OFICIO ES PERDONAR.

Pinturichio, famoso pintor italiano, estaba muy enfermo y su esposa le decía que tenía que confesarse y estar preparado para el gran viaje.

Él le contestaba. Yo he hecho bien mi oficio, he pintado los mejores cuadros y espero que Dios haga también su oficio y me perdone. Y día tras día retrasaba el sacramento de la reconciliación, tan convencido estaba del perdón de Dios.

¿NOSOTROS PERDONAMOS? ¿Amamos a los enemigos, a los que nos hieren con sus palabras y sus acciones?

Para los cristianos perdonar es más que una palabra tomada de los libros de autoayuda, es una exigencia de Jesús. “Perdonad y seréis perdonados”, Lucas 6, 37.

Los seguidores de Jesús debemos perdonar como Dios nos perdona sin reservas, sin condiciones, totalmente. Nosotros tenemos el ejemplo de Jesús y el plus del evangelio.

Pero el ejercicio del perdón debiera ser universal.

¿Por qué y para qué llevar el peso del odio al hombro día tras día?

¿Por qué vivir atados a las personas que odiamos?

Perdonar de corazón, tal vez, no le haga mucho bien a la persona odiada pero a mí me hace libre, me hace bien física y mentalmente y me da la paz al liberarme del fardo odioso que cargo a las espaldas.

DEL PERDÓN AL AMOR

Si a mí, cristiano y cura, me resulta difícil perdonar, no menos difícil me resulta amar a los de cerca y a los que no me caen bien, a mis enemigos, a los que me critican…

El amor, según Jesús, más que un sentimiento cálido es una decisión, más que búsqueda de mi bienestar, es querer el bienestar de próximos y lejanos, de amigos y de enemigos, deseo sincero de que estén bien, no les suceda nada malo y ¡ojalá! cambien de vida y de corazón.

El amor cristiano a los enemigos exige, a veces, denunciar y criticar sus proyectos injustos, egoístas y asesinos.

¿QUÉ HACÉIS DE EXTRAORDINARIO? Nos pregunta Jesús.

Ahí afuera se hace lo ordinario: quiero a los que me quieren, saludo a los que me saludan, doy a los que me dan, invito a los que me invitan, presto a los que me prestan…

Aquí adentro se nos pide hacer lo extraordinario, nos lo aconseja Dios que hace salir el sol para todos.

Extraordinario es: perdonar a todos, renunciar a la venganza, sufrir la injusticia, orar por los que nos persiguen, amar a los enemigos, dar con generosidad, ser más como Jesús, el hombre para los demás. El hombre más extraordinario.

Un rey riquísimo decidió entregar un brillante de valor incalculable a aquel de sus hijos que hiciera la hazaña más heroica.

El hijo mayor mató un dragón. El segundo con su espada derrotó a diez hombres armados. El más pequeño se encontró a su mayor enemigo durmiendo en el campo y lo dejó seguir durmiendo. ¿A quién premió el rey?

Yo, hombre ordinario y pecador, me olvido, a sabiendas, de eso de ser “perfecto como mi Padre es perfecto”, me gozo en mi debilidad, en mi imperfección, para que Dios pueda seguir actuando en mí. Huyo de la maldición de la perfección. Los perfectos redondos y llenos de si mismos pasan de Dios. No lo necesitan. Se bastan solos.

HOMILÍA 2

 El capítulo 5 del evangelio de Mateo que hemos proclamado estos tres domingos es el evangelio de “se dijo a los antiguos, pero yo les digo”. Una cosa es la religión y otra cosa muy distinta es la vida animada por el espíritu de Jesús. Una cosa es lo que hacen los gentiles, lo ordinario, y otra cosa muy distinta es lo que nosotros, los seguidores de Jesús, estamos convocados a vivir, vivir lo extraordinario.

¿A qué huele la religión? La religión huele a mandamientos, a cumplimiento, a hipocresía, a aburrimiento, a esclavitud.

¿A qué huele el espíritu de Jesús?

Huele a generosidad, a perdón, a amor, a alegría, a alabanza, a corazón abierto y desbordante, a paz en medio de la tormenta.

La religión es lo viejo, lo de siempre, lo ordinario, el espíritu de Jesús es lo siempre nuevo, lo extraordinario.

En 1956 los padres adoptivos de un niño de siete años llevaron al niño al médico y este les dijo: el ojo de su hijo tiene glaucoma y no tiene curación. Hay que sacarle el ojo. La madre se desmayó y cuando volvió en sí le dijo al médico: Sáqueme uno de mis ojos y trasplánteselo a mi hijo.

El médico alabó su generosidad, pero le dijo que era imposible y la madre gritó desesperada pensando en el futuro de su hijo.

Ni la madre ni el médico sabían que la puerta estaba entreabierta y que el niño estaba escuchando la conversación.

Este niño, años más tarde, escribió: desde aquel día la expresión ojo por ojo me sabe a amor, no a odio y proporcionalidad civilizada.

La expresión “ojo por ojo y diente por diente” a todos nos resulta familiar y hasta la repetimos alguna vez en lugar de nuestro “donde las dan, las toman”.

¿Estamos los seres humanos programados para el ojo por el ojo? ¿Estamos programados para la venganza? ¿Estamos programados para amar a los enemigos? ¿Estamos programados para tener siempre razón? ¿Estamos programados para ver al prójimo como un virus que hay que combatir?

El hombre carnal es hostil a Dios, dice San Pablo y lo es también a los demás.

La venganza es dulce y el perdón es siempre escaso. El presidente de USA quería a Osama Bin Laden “dead or alive” y los Navy Seals se lo entregaron muerto.

Preguntaba un domingo el cura a sus feligreses ¿alguno de ustedes no tiene ni un solo enemigo? Un señor de 90 años levantó la mano y dijo: yo no tengo enemigos. ¿Y cómo puede ser usted la excepción? Porque los he enterrado a todos.

El evangelio de Jesús que hemos proclamado, que es mucho más exigente y hermoso que las leyes de la religión, quiere programarnos, a través del espíritu, para que vivamos de otra manera nuestra relación con Dios y con los hermanos.

Nosotros nos resistimos a todo, no basta aceptar pasivamente unas normas, el cristiano es el que se deja programar por el espíritu de Jesús, el que no apaga el Espíritu, el que se somete a la única ley que importa, la del reino que anunciaba Jesús.

La programación de Jesús es interior, es la del corazón. El evangelio de hoy la resume en estas frases hermosas, que tienen que dejar de ser consignas para hacerlas verdad en la vida de cada día.

“Pongan la otra mejilla”, “caminen dos millas, “amen a sus enemigos”.

Y para finalizar el programa nos dice: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”.

Perfección que no significa que llevemos ya la aureola de la santidad alrededor de la cabeza, perfección que es un proceso muy lento de crecer cada día como hijo de Dios, proceso para alcanzar la madurez cristiana.

Bonhoeffer, el mártir en los campos de concentración escribía: Dios no nos quiere ni santos ni pecadores, nos quiere hombres.

 

HOMILÍA 3

One evening a truck driver pulled his rig into an all-night truck stop. He was tired and hungry. The waitress had just served three tough motorcyclists who decided to give the truck driver a hard time. Not only they abused him verbally, one grabbed the humberger off his plate, another began to eat his French fries and the third picked up his coffee and began to drink it. This trucker did not respond as you might expect. He rose slowly, paid for his food and went out the door. The waitress stood watching out the door as the big trucker drove away into the night. One of the three motorcyclists said to the waitress, "Well, he is not much of a man, is he? She replied, "I do not know about that, but he sure is not much of a truck driver. He just ran over three motorcycles on his way out of the parking lot".

No fights. No F. words. No getting mad, just an elegant way of getting even. He was very peaceful, but he was not very christian.

In last Sunday's Gospel Jesus said, "You have heard it was said to the people long ago, you shall not murder, you shall not commit adultery...but I tell you"...

Today we have heard one of the most important "But I tell you" Jesus ever said, "It was said, You shall love your neighbor and hate your enemy. But I say to you , love your enemies, and pray for those who persecute you".

It is easy to obey Jesus' commandment, "Do this in memory of me". The church has been doing this since day one. Here and now, and all over the world, wherever there is a christian community the Eucharist is celebrated.

Today's commandment, "Love your enemies and pray for those who persecute you", is probably one of the most disobeyed passages in the Bible, and it is the most NEEDED because we live in a divided society and a divided world. We label people and countries: us and them, rich and poor, whites and blacks, christians an infidels, first world and third world...thousands of labels that separate and divide the sons and daughters of God. There is only one God. There is only one earth and one human family and there is only one sun that shines for all.

Jesus is setting the bar very high, so high, it seems imposible to reach it. We are always tempted to give up because no matter how hard we try to reach the goal, we fail.

G. K. Chesterton wrote, "the christian ideal has not been tried and found wanting, it has been found difficult and left untried".

The christian ideal was not only tried but lived in its entirety by one man, just one, Jesus Christ. "God demonsstrates his own love for us in this, while we were still sinners, Christ died for us".

The goal of christian life is perfection, but we know that only God is Perfect, and we should not be ashamed of not being perfect. Our perfection is always a work in progress. Let me tell you something, perfect people are imposible to live with.

We are all sinners, but inside each one of us there is a potential saint. In fact saints are those men and women who have found the christian ideal difficult but nonetheless have tried it.

"Human beings are the only creatures that can choose to remain less than they can be". Christians many times remain cristians in potential.

We, christians, in order to be possible christians we must try to live this difficult Gospel, this commandment to love everyone, to extend our narrow concept of neighbor and include not only family, friends and members of our community, but even our worst enemies.

You and I, saints in the making, do our best to love our enemies, hope you have some, otherwise today's Gospel is not for you.

How do we love our enemies? We do not badmouth them, we do not misrepresent their beliefs, we do not judge their lifestyles, we bless them and their families, we forgive them and pray for them, and we treat them as we would have them treat us, even though they are not treating us that way.