|
HOMILÍA DOMINICAL - CICLO A Séptimo Domingo del Tiempo Ordinario P. Félix Jiménez Tutor, escolapio |
|
EVANGELIO Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Pues yo os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas. Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre buenos y malos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.
HOMILÍA 1 Esta es una historia verdadera. Sucedió en Canadá. Es la historia de dos agricultores que vivían cerca el uno del otro. Un día el perro de uno de ellos se soltó y a dentelladas mató al niño de dos años de su vecino. El padre del niño angustiado cortó la comunicación y la relación con su vecino y los dos hombres vivieron en amenazante enemistad durante años. Y un buen día el fuego arrasó la propiedad del agricultor dueño del perro y destruyó su granja y sus herramientas. No podía ni labrar sus tierras ni sembrarlas y su futuro era negrísimo. Pero a la mañana siguiente se despertó y encontró sus tierras labradas y listas para la siembra. Preguntó y supo que el que había hecho esta buena acción no era otro que su enemigo, su angustiado vecino. Con mucha humildad salió en su busca y le preguntó por qué lo había hecho. Su respuesta fue la siguiente: “Labré tus tierras para que Dios siga vivo”. El amor cristiano es mucho más que afecto y amistad, es perdón y reconciliación, es gracia y resurrección. El domingo pasado hablábamos de los diez mandamientos, las diez “Palabras” del Sinaí. Jesús nos comentaba las “Palabras” desde su interior y nos exhortaba a sus seguidores a superar la mera letra y a profundizar en su espíritu, a vivirlas desde su auténtica dimensión, la del amor. Jesús no nos manda nada, no es un legislador, no ha venido hasta nosotros con un código de leyes que hay que cumplir bajo pena de cárcel, multa o muerte, cielo o infierno, decimos los cristianos, para eso ya están las leyes y prohibiciones de los hombres. Jesús ha venido para inspirarnos, para animarnos a vivir la armonía plena con Dios, con los hombres todos y con la naturaleza, su creación. Como decía el agricultor canadiense para que Dios siga viviendo y destruyendo el muro que nos separa, el odio. “En el pasado se os dijo; Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen”. DIOS PERDONA. SU OFICIO ES PERDONAR. Pinturichio, famoso pintor italiano, estaba muy enfermo y su esposa le decía que tenía que confesarse y estar preparado para el gran viaje. Él le contestaba. Yo he hecho bien mi oficio, he pintado los mejores cuadros y espero que Dios haga también su oficio y me perdone. Y día tras día retrasaba el sacramento de la reconciliación, tan convencido estaba del perdón de Dios. ¿NOSOTROS PERDONAMOS? ¿Amamos a los enemigos, a los que nos hieren con sus palabras y sus acciones? Para los cristianos perdonar es más que una palabra tomada de los libros de autoayuda, es una exigencia de Jesús. “Perdonad y seréis perdonados”, Lucas 6, 37. Los seguidores de Jesús debemos perdonar como Dios nos perdona sin reservas, sin condiciones, totalmente. Nosotros tenemos el ejemplo de Jesús y el plus del evangelio. Pero el ejercicio del perdón debiera ser universal. ¿Por qué y para qué llevar el peso del odio al hombro día tras día? ¿Por qué vivir atados a las personas que odiamos? Perdonar de corazón, tal vez, no le haga mucho bien a la persona odiada pero a mí me hace libre, me hace bien física y mentalmente y me da la paz al liberarme del fardo odioso que cargo a las espaldas. DEL PERDÓN AL AMOR Si a mí, cristiano y cura, me resulta difícil perdonar, no menos difícil me resulta amar a los de cerca y a los que no me caen bien, a mis enemigos, a los que me critican… El amor, según Jesús, más que un sentimiento cálido es una decisión, más que búsqueda de mi bienestar, es querer el bienestar de próximos y lejanos, de amigos y de enemigos, deseo sincero de que estén bien, no les suceda nada malo y ¡ojalá! cambien de vida y de corazón. El amor cristiano a los enemigos exige, a veces, denunciar y criticar sus proyectos injustos, egoístas y asesinos. ¿QUÉ HACÉIS DE EXTRAORDINARIO? Nos pregunta Jesús. Ahí afuera se hace lo ordinario: quiero a los que me quieren, saludo a los que me saludan, doy a los que me dan, invito a los que me invitan, presto a los que me prestan… Aquí adentro se nos pide hacer lo extraordinario, nos lo aconseja Dios que hace salir el sol para todos. Extraordinario es: perdonar a todos, renunciar a la venganza, sufrir la injusticia, orar por los que nos persiguen, amar a los enemigos, dar con generosidad, ser más como Jesús, el hombre para los demás. El hombre más extraordinario. Un rey riquísimo decidió entregar un brillante de valor incalculable a aquel de sus hijos que hiciera la hazaña más heroica. El hijo mayor mató un dragón. El segundo con su espada derrotó a diez hombres armados. El más pequeño se encontró a su mayor enemigo durmiendo en el campo y lo dejó seguir durmiendo. ¿A quién premió el rey? Yo, hombre ordinario y pecador, me olvido, a sabiendas, de eso de ser “perfecto como mi Padre es perfecto”, me gozo en mi debilidad, en mi imperfección, para que Dios pueda seguir actuando en mí. Huyo de la maldición de la perfección. Los perfectos redondos y llenos de si mismos pasan de Dios. No lo necesitan. Se bastan solos. HOMILÍA 2
El capítulo 5 del evangelio de Mateo que
hemos proclamado estos tres domingos es el evangelio de “se dijo a los
antiguos, pero yo les digo”. Una cosa es la religión y otra cosa muy
distinta es la vida animada por el espíritu de Jesús. Una cosa es lo que
hacen los gentiles, lo ordinario, y otra cosa muy distinta es lo que
nosotros, los seguidores de Jesús, estamos convocados a vivir, vivir lo
extraordinario.
HOMILÍA 3
One evening a truck driver pulled his rig into an all-night truck stop.
He was tired and hungry. The waitress had just served three tough
motorcyclists who decided to give the truck driver a hard time. Not only
they abused him verbally, one grabbed the humberger off his plate,
another began to eat his French fries and the third picked up his coffee
and began to drink it. This trucker did not respond as you might expect.
He rose slowly, paid for his food and went out the door. The waitress
stood watching out the door as the big trucker drove away into the
night. One of the three motorcyclists said to the waitress, "Well, he is
not much of a man, is he? She replied, "I do not know about that, but he
sure is not much of a truck driver. He just ran over three motorcycles
on his way out of the parking lot". |