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HOMILÍA DOMINICAL - CICLO A Vigésimo cuarto Domingo del Tiempo Ordinario P. Félix Jiménez Tutor, escolapio |
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EVANGELIO En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús, le preguntó: -Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces? Jesús le contestó: -No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y les propuso esta parábola: -Se parece el Reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: -Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo. El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios, y agarrándolo lo estrangulaba diciendo: Págame lo que me debes. El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: -Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré. Pero él se negó, y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: -¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti? Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo si cada cual no perdona de corazón a su hermano.
HOMILÍA 1 A una señora que celebraba sus bodas de oro de matrimonio le preguntaron sus hijos por el secreto de su largo y feliz matrimonio. La señora les contestó: El día de mi boda decidí hacer una lista de las 10 faltas de mi marido que pasaría por alto para salvar mi matrimonio. ¿Y cuáles fueron esas 10 faltas de la lista? A decir verdad nunca escribí la lista. Pero cada vez que mi marido hacía algo que me molestaba y que me subía por las paredes le decía: tienes suerte, bandido, porque eso no está en mi lista. Y usted también tiene suerte porque Dios, con o sin lista, le perdona siempre. Los que tenemos lista y larga somos los hombres. El capítulo 18 del evangelio de Mateo es conocido como el discurso eclesial, el discurso de la comunidad, de la vida de los creyentes. El perdón, perdonar, para nosotros es un adorno, un lujo. Para los seguidores de Jesús es una realidad vital, es el corazón del evangelio, es un estilo de vida. Jesús vivió, murió y resucitó para ofrecernos el perdón de Dios. Todo lo que hizo Jesús fue reconciliar el mundo y los hombres con Dios. El ministerio de Jesús fue un ministerio de perdón. “Tanto amó Dios al mundo que nos dio a su Hijo, a Jesucristo”. ¿Para qué?
El evangelio de Jesús es el evangelio del amor y sólo el amor sin límites y sin condiciones puede perdonar. Pueblo de Dios aquí reunido por el Señor Jesús y su Espíritu para escuchar el mensaje del perdón de Jesús. “El Reino de Dios es como un rey que perdonó a un deudor una deuda inmensa”. Ese deudor es usted y yo. ¿Por dónde empezar? ¿Por mis enemigos? ¿Por mi marido? ¿Por mis hijos? ¿Por mi jefe?... Estos sí que son malos. ¿Por dónde empezar? No mire a nadie. Aquí, en la iglesia, empezamos siempre por nosotros, por mí. Todo empieza por mí. ¿Cuál es mi deuda con Dios? ¿Cuántas veces me ha perdonado Dios a lo largo de mi vida? Dios ha perdonado mi odio, mi lujuria, mi avaricia, mis infidelidades…. El perdón se siente pero se expresa y vive cuando entro en un proceso de conversión. El perdón de mi inmensa deuda es un poder creador de un corazón y una mente nueva. Todo empieza por mí. Yo me dejo perdonar. Yo me abro al amor de Dios. Yo pongo mi deuda en manos de Dios. Sin deuda, sin miedo, puedo caminar ligero al encuentro de mis hermanos. Y cuando salga ahí afuera, sabré que el ministerio de Jesús es el del perdón, nunca la venganza. Y cuando salga ahí afuera, sabré que lo que tengo que perdonar es poco comparado con lo que a mí Jesús me perdona cada día. Y cuando salga ahí afuera no haré lo del siervo malo que le dijo a su hermano. “paga lo que me debes”. Sólo los que no han experimentado el perdón de Dios, su inmenso amor, son incapaces de perdonar a los hermanos. Sólo cuando experimento el perdón de Dios, mi corazón se rompe, mis murallas se desvanecen y como no me queda nada que defender puedo ceder, rendirme e incluso perdonar. Es verdad, Jesús es muy exigente. Nunca dice: ésta es la gota que colma el vaso. Nos dice: no cuentes las ofensas, simplemente perdona. Tiene que saber que su deuda ha sido pagada y que ya no debe nada. Dios no necesita nada, pero sus hermanos sí. Dios no necesita ser perdonado, pero sus hermanos sí. Dios no cuenta sus pecados, sus ofensas, pero usted sí Y seguiremos preguntando ¿cuántas veces tengo que perdonar? El perdón no es una cuestión de matemáticas. Perdone siempre que sea ofendido como Dios lo hace con usted. HOMILÍA 2 DIOS NO SABE MATEMÁTICAS Jesús me manda hacer cosas imposibles: amar a mis enemigos, bendecir y orar por los que me insultan, servir gratis, sin esperar ni siquiera las gracias y me manda, lo que no quiero ni puedo hacer, PERDONAR a los que me critican. Corrie Ten Boom cuenta en su autobiografía que terminada la guerra y liberada de un campo de concentración Nazi predicó un sermón en la iglesia sobre el PERDÓN. Al terminar el sermón, un hombre, con una mano extendida y una gran sonrisa, se dirigió hacia ella. Corrie lo reconoció; era el jefe de los vigilantes del campo donde ella y su hermana habían estado encarceladas por haber escondido en su casa a unos judíos y donde su hermana había muerto. El guarda le dijo: “Oh, Fraulein, le estoy muy agradecido por su mensaje poderoso. Qué alegría pensar que Jesús ha lavado todos mis pecados. Corrie, paralizada, no podía levantar la mano. “Los pensamientos de venganza hervían dentro de mi, vi el pecado…y no podía hacer nada. No sentí la menor chispa de amor o caridad, así que susurré una oración en silencio. Jesús, no puedo perdonarle, por favor dame tu perdón”. La oración ofrecida, pudo levantar la mano y estrechar la del hombre que la había torturado. Historia de un perdón grande. Nuestra vida debería estar llena de perdones pequeños que son tan difíciles de ofrecer como los grandes. La fuerza de perdonar de corazón no es nuestra, se la tenemos que pedir a Jesús que es el que nos manda perdonar como condición para ser perdonados. Conversaban dos hombres un día y uno le confiesa al otro, cada vez que discuto con mi mujer se pone histérica. El otro le dice, eso no es nada, la mía se pone histórica. ¿Qué quiere decir histórica? Le pregunta. Que me suelta la letanía de todos mis defectos y desprecios y errores que he cometido desde el día primero que nos conocimos. Todos nos ponemos históricos porque ni hemos perdonado ni olvidado. Somos prisioneros del pasado, de unas relaciones familiares, sociales o comunitarias que nos quitan la paz, nos impiden ser felices y libres y cristianos de verdad. El cristiano es un ser PERDONADO. El oficio de Dios es perdonar y lo hace bien y siempre. Yo me defino a mi mismo como un pecador feliz. “El Señor tuvo lástima de aquel empleado, de mí, y me dejó marchar, perdonándome toda mi deuda”. Porque es eterno su amor. Porque no lleva cuentas del mal. Porque no sabe matemáticas. El cristiano es un ser que perdona. Pero yo, perdonado, salgo a la vida y grito: Ya me lo pagarás, te espero a la salida, don’t get mad, get even…el espíritu del mundo que llevo dentro no entiende lo de setenta veces siete ni lo de 24/7. El problema está dentro del corazón. El PERDÓN es la llave maestra que sana todas las relaciones humanas. Perdonarse, perdonar a los hermanos, es mandato de Jesús, pero es también condición esencial para vivir en plenitud. “Sólo los valientes saben cómo perdonar porque el perdón exige mucho valor cuando todos a nuestro alrededor gritan y piden una “libra de carne” y la venganza” dice Lawrence Stern. No debemos ser tacaños en el perdón a los demás cuando el perdón de Dios para nosotros es tan generoso y abundante. Cultivo una rosa blanca, En julio como en enero, Para el amigo sincero Que me da su mano franca. Y para el cruel, que me arranca El corazón con que vivo, Cardo ni oruga cultivo Cultivo la rosa blanca. José Martí. HOMILÍA 3
THE UNFORGIVING SERVANT
Today Peter asks Jesus a mathematical question, how many times shall I forgive my brother who sins against me? Up to seven times? Jesus' answer is, "not seven times, but seventy times seven times", that equals 490 times. There is no way to keep the diary of the offenses I have received.
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