CURAS ATEOS

Félix Jiménez Tutor, escolapio

 

 

Los de Navalcaballo celebramos el 24 de mayo la fiesta de la Virgen de los Nublados.

María no es la metereóloga de la tele. No sabe nada de huracanes ni de tornados y, desgraciadamente, no puede evitar las catástrofes del pedrisco.

María, la primera creyente, sabe más de los nublados de la fe que atormentan a sus hijos y también a los curas.

Hay curas de todos los colores políticos, de toda orientación sexual y los hay también ateos. Estos servidores y predicadores de la fe no son ajenos a las turbulencias de las pomposas y novedosas ideas teológicas.

Nadie cree el cien por cien de lo que las Iglesias enseñan. Los fieles aceptan con resignada pasividad unas creencias que no afectan a su vida y no se paran a pensar.

Las masas de hoy sólo se fanatizan por el futbol y los conciertos de rock, se contentan con ser espectadores.

Dos profesores de la Tufts University de Boston han publicado un trabajo titulado “Los Predicadores que no son creyentes”.

Reverendos de distintas Iglesias confiesan su secreta increencia.

¿Pueden estos Reverendos seguir subiendo al púlpito a consolar a los afligidos y afligir a los cómodamente instalados?

La respuesta obvia es no, pero nada es obvio en el mundo de los humanos.

Los Reverendos, funcionarios de Dios en el que ya no creen y de unas Iglesias cuyos dogmas han arrojado al fondo del mar, por razones económicas o por amor al papel que representan en la gran comedia de la religión, siguen predicando no la verdad en la que habitan sino las verdades muertas que les dan de comer.

San Manuel Bueno, Mártir, de Unamuno, el cura que quería vivir como creyente y era ateo es demasiado bueno para declararlo patrono de los curas ateos.

“Y al llegar a lo de “creo en la resurrección de la carne y la vida perdurable la voz de Don Manuel se zambullía, como en un lago, en la del pueblo todo, y era que él se callaba”.

Sí, existen Reverendos y curas ateos. Yo he conocido algunos. Lista en la que no me gustaría figurar.