CUESTIONES DISPUTADAS

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio...

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Algunos de mis nuevos feligreses de Navalcaballo se quejan con un enfado cómico e ingenuo de que los curas han cambiado la "religión".

Embarrancados en el pasado, no aceptan los cambios cosméticos con los que la iglesia ha maquillado el calendario y la celebración de la liturgia. Piensan que la iglesia es un barco varado en el mismo muelle por los siglos de los siglos.

La sociedad cambia vertiginosamente, lo de ayer es viejo hoy. La iglesia cambia muy despacio y a pesar suyo y, siempre necesita reformarse por dentro y por fuera.

Mis misas de Nueva York son iguales y, sin embargo, tan distintas de las de aquí.

Hay cuestiones disputadas, el celibato sacerdotal es una, de las que se viene hablando desde hace décadas y que está congelada en la nevera vaticana.

El 16 de noviembre Benedicto XVI reunió a los cardenales y prelados de la curia vaticana y, a puerta cerrada, dialogaron sobre el celibato y su influencia en la crisis de las crisis, la escasez de vocaciones.

Coger esta patata caliente y pasarla de mano en mano es un atrevimiento sorprendente y sintomático. Refleja la gravedad del asunto y el hormigueo que produce en las altas esferas.

El lacónico comunicado oficial "el valor de la elección del celibato sacerdotal según la tradición católica ha sido reafirmado", era previsible. Tras la aparente calma de las aguas, en la invisible profundidad algo se agita y envía leves ondas a la superficie.

Cuestión disputada que no desaparecerá de la pantalla del radar eclesial.

Otra cuestión disputada que afloró en la austera reunión fue la "posibilidad de admitir al ejercicio del ministerio" a los curas casados. No hubo comunicado sobre este tema.

La sombra alargada y traviesa del Arzobispo Milingo se filtraba por las rendijas de la puerta cerrada.

El excomulgado Arzobispo, consagrado obispo a los 39 años, sigue siendo un aguijón en la carne de la iglesia. Portaestandarte de los curas casados, quiere conmover los cimientos de esta tradición secular con su abierta y pública rebeldía contra el celibato.

Ahora estará celebrando en Nueva York una gran convención de curas casados. Hay ciento cincuenta mil curas válidamente ordenados pero casados y en paro forzoso. Muchos, que en su corazón no han apagado la llama sacerdotal, desean ardientemente ejercer el ministerio sacerdotal.

Milingo ha creado la asociación "Curas Casados Ahora" y ha lanzado un S.O.S. para que se unan y su voz resuene con fuerza tras la puerta cerrada. Este apóstol de los curas casados predica que incorporar este ejército en retirada al ministerio es beneficioso para la iglesia y para la humanidad, es cuestión de justicia y de sobrevivencia de la iglesia.

Ya es hora de enviar al limbo algunas cuestiones disputadas.

"No hay mayor sanaciòn que la reconciliación con la madre iglesia de ciento cincuenta mil curas casados a través de la renovación del matrimonio y la familia. La iglesia no tiene nada que perder permitiendo a los curas la opción de casarse". (Milingo)

El periódico La Croix tiene un Foro dedicado al celibato y muchos lectores expresan sus opiniones. Los laicos también tienen el espíritu.

En ese espeso bosque, desde distintas perspectivas, cada árbol es una invitación a ahorcar el celibato.

Así se expresa un joven: "Hoy me hago preguntas sobre mi futuro. Siento la llamada de Dios, un soplo que me lleva hacia él todos los domingos, pero para mí la familia es parte integral de la vida del hombre, es la clave de la felicidad, es un valor predicado por la iglesia y por tanto considerar la opción del sacerdocio me parece imposible. Y yo no soy el único enfrentado a este dilema".

Algún día, sin rasgarse las vestiduras y sin sobresaltos, veremos una nueva realidad. Entonces sí, los feligreses de Navalcaballo podrán decir a su nuevo párroco que los curas les han cambiado la "religión".
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