CONCILIO SIN CONCILIACIÓN

Félix Jiménez Tutor, escolapio

 

 

"Estoy viviendo en un tiempo que llama a la oscuridad luz" canta Arcadia Fire en su nuevo álbum Neon Bible.

Los concilios de las iglesias se convocan, a veces, con carácter extraordinario para discernir las luces y las sombras, para extirpar herejías y redefinir verdades.

Todos queremos ser libres en un mundo libre y en unas iglesias libres, libres a tope, sin la camisa de fuerza de un pasado mostrenco y arcaico. Libres para diseñar maneras nuevas de vivir nuestra condición humana y como Adán ponerles nuevos nombres.

Estamos viviendo en un tiempo que llama verdad a cualquier opinión atrevida porque, en el fondo, somos alérgicos a la verdad.

El 14 de febrero, 38 provincias de la Iglesia Anglicana, federación de iglesias autónomas, se reunieron en Dar Es Salaam, Tanzania.

Concilio extraordinario celebrado en África, donde esta Iglesia es más pujante y más crítica de las últimas innovaciones.

Durante cinco días los obispos discutieron apasionadamente no sobre el sexo de los ángeles sino sobre el sexo de los hombres. Estos obispos sí saben algo del tema, están casados y algunos divorciados.

La Iglesia Episcopaliana, rama americana de la Comunión Anglicana, cuenta con 2.3 millones de fieles frente a los 77 de la totalidad.

Esta Iglesia, en el pasado, cobijó a todos los grandes nombres de la política, de los negocios y del partido republicano de América. Hoy, es el Arca de Noé donde los animales puros e impuros, todos los movimientos, los grupos estrafalarios, los gays y lesbianas y todo lo nuevo bajo el sol encuentra cobijo.

Lo importante y lo urgente es la dimensión social del hombre, no el sexo.

En su inacabada catedral de Nueva York, St. John the Divine, peroran los políticos, se celebran las graduaciones de Columbia University, sesiones de circo, conciertos clásicos y modernos, las Edades del Hombre…y también se celebra la misa.

Esta Iglesia, pequeña en fieles y rica en dólares, ha redefinido el sexto mandamiento. Ha eliminado todos los tabúes y bendice lo que hemos maldecido y condenado con el infierno, el sexo en todas sus versiones.

Bendice las uniones homosexuales y consagra sacerdotes y obispos a hombres y mujeres homosexuales practicantes.

Reunidos en concilio los obispos, conservadores en su mayoría, les han leído la cartilla y recordado que "para la mayoría de la Comunión Anglicana el nombramiento de un homosexual al episcopado es inaceptable". Les han impuesto renunciar a la bendición de las parejas del mismo sexo y la ordenación de sacerdotes y obispos homosexuales.

La Iglesia Episcopaliana tiene ocho meses para digerir y adoptar la doctrina tradicional. Medicina amarga que los progresistas más rabiosos se niegan a tomar.

En la celebración de la misa, presidida por el Primado Rowan Williams, éste con ironía, tal vez, dirigida a los conservadores les dijo: "Un gran santo dijo que Dios es evidente cuando los obispos se callan".

Siete arzobispos se negaron a concelebrar con Katarine Jefferts Schori, mujer obispo y líder de la Iglesia Episcopaliana, y no quisieron posar para la foto oficial.

Hay una rebelión exterior, africana, capitaneada por el Arzobispo Peter Akinola de Nigeria y una rebelión interior, algunas diócesis americanas quieren segregarse y unirse a la iglesia africana.

Philip Jenkins, profesor de Penn State University, cree que "una razón por la que los africanos no quieren cambiar la doctrina de la homosexualidad es que no quieren parecer más laxos moralmente que los musulmanes con los que compiten por las conversiones".

Este ha sido un concilio sin conciliación porque nadie tiene la última palabra, nadie tiene autoridad para infiltrarse en el territorio de los demás e imponerles su verdad.
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