COMUNIONES LAICAS

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

.

 

Queremos que el hoy sea tan nuevo que no se parezca en nada al ayer. Vamos de noticia en noticia, de novedad en novedad, todo es caduco y nuestros ídolos como fuegos fatuos se apagan y no dejan huella.

Eliminadas las enfermedades clásicas de ayer, hemos inventado nuevas enfermedades, las de la asepsia.

Hemos matado las bacterias y microbios para refugiarnos en burbujas asépticas, pero la naturaleza, más sabia que nosotros, encuentra la manera de vengarse de nuestra osadía.

Los hombres de hoy, en su búsqueda de la libertad total, se hacen la ilusión de haber matado el pasado y acabado con todos los microbios de la religión. Todo es nuevo. Viva la laicidad. Palabra de moda, engendradora de nuevas enfermedades.

Estos padres modernos, no confían en ningún dios, educan a sus hijos en la burbuja aséptica y escéptica.

Sus hijos lucen las camisetas de moda, hacen deporte, van a la escuela pública, tienen que ser bilingües, beben sólo agua de Evian… y sus deseos son órdenes.

Todas las sociedades, las primitivas y las modernas, tienen sus ritos de paso para celebrar los momentos importantes de la vida.

La sociedad española, supercontaminada por lo religioso, a estos ritos de paso los llama sacramentos: nacer de nuevo=bautismo, crecer=Primera Comunión y confirmación, amar=matrimonio…

Los padres modernos, los que se dan de baja, los asépticos, huérfanos de ritos clásicos, han creado las Comuniones Laicas, los bautizos laicos… libres de bacterias religiosas.

No conozco su ritual. No sé en qué templo celebran ni si miran al oriente o al poniente ni si invocan fuerzas cósmicas o telúricas… seguro que al final del banquete, como en los restaurantes chinos, expresan un deseo mientras leen el fortune cookie.

No me preocupan estos desertores de la fe y de la iglesia y aplaudo su coherencia y su atrevimiento.

Sí me preocupan e irritan las familias que -en la Iglesia- celebran Comuniones Laicas.

Fiestas vacías, falta el ingrediente esencial, la fe.

Fiestas incoherentes, falta la conexión con la Iglesia.

Fiestas crueles, faltará la segunda comunión.

Fiestas estrafalarias, sobran los disfraces con que visten a los hijos.

Ser o no ser católico. Esa es la cuestión. Aceptar unos ritos y pasar olímpicamente de la práctica religiosa es una irresponsabilidad.

Los padres son los culpables de este carnaval laico representado en las iglesias.

La Primera Comunión, bien hecha, por más capas de pintura que acumule a lo largo de la vida será siempre acontecimiento inolvidable y memorable.