100 SANTOS LAICOS

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

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Cada año la revista TIME dedica un número a las 100 personas más influyentes del mundo.

Barajo nombres, examino fotos y me siento perplejo. De la lista de los 100 elegidos, dividida en Líderes, Artistas, Pensadores y Héroes, sólo conozco a unos pocos.

No busquen al Garzón superstar, ascendido a los cielos y bajado a los infiernos

No hay ningún futbolista español, ¿cómo no ha pasado el corte Messi, el de los mil adjetivos en grado superlativo?

No líderes religiosos en la lista. Los hombres que construyen el mundo no están en el Vaticano, no están en las nubes, viven en la ciudad secular, la sueñan y la transforman.

La letanía de los santos laicos, de los salvadores del mundo siempre en construcción. Santos que no necesitan peanas ni coronas ni oraciones. Ni santos ni pecadores, sólo hombres que nos ayudan a vivir mejor, más humanamente.

LULA DA SILVA, primero de los líderes, es bautizado con el título de campeón de las clases trabajadoras.

LADY GAGA encabeza la lista de los artistas porque convierte la música pop en performance artística.

ZAHA HADID piensa y redefine la ciudad con sus diseños arquitectónicos que evocan la pasión.

BILL CLINTON, sin su humanitarismo global y su gran amor por Haití el universo no sería tan amigable para los humanos.

“Las estrellas de rock no pueden ser presidentes, pero tenemos que estar agradecidos porque los presidentes pueden ser estrellas de rock”.

La lista de los elegidos, más allá de la ración de adulación y vanidad que todos necesitamos, proclama su fidelidad a la tierra y a los hombres que la habitan.

La cuestión no es estar o no estar en la lista de los elegidos sino saber en qué lista uno no quisiera estar nunca.

En la Iglesia hemos cantado durante siglos las letanías de los santos, hombres buenos que redefinieron la experiencia religiosa.

Hoy, nos cantan las letanías de los pecadores desde los tejados: la lista de los obispos dimitidos, de los curas pedófilos, de los católicos desertores, de los que llevan la marca de la bestia, de los terroristas…

Listas, cientos de listas, que miden y pesan la calidad del ser humano.

Todos estamos listados porque todos censados.

“Y fue abierto el libro, que es de la vida”: en él está mi nombre. Esto me consuela y me hace muy feliz.