LOS CATÓLICOS AMERICANOS

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio..

   

 

¿Por qué los Católicos Americanos no abandonan la iglesia?

El P. Andrew Greeley, novelista, sociólogo y profesor de la Universidad de Arizona, en su libro The Catholic Revolution, -La Revolución Católica-, da respuesta a esta, para nosotros, sorprendente pregunta.

Cuatro de cada cinco americanos nacidos en una familia católica siguen vinculados a la iglesia de una u otra manera. Fenómeno que a muchos sabiondos y periodistas les cuesta aceptar y comprender. Y pregunta qué se viene haciendo desde hace 150 años.

Durante los últimos 30 años, la jerarquía y el clero han hecho lo posible y lo imposible para que los católicos abandonen la iglesia.

La iglesia es autoritaria, margina a las mujeres y a los homosexuales, regula el dormitorio de los esposos, está obsesionada con el sexo, vive el escándalo sexual de los sacerdotes y como penitencia paga millones de dólares a las víctimas, apaga la voz de los disidentes... Letanía de quejas pregonada desde los tejados. Y, a pesar de todo, a los Católicos Americanos les gusta ser católicos. Y se quedan. ¿Por qué?

Para los Americanos la religión es muy importante, el factor Dios es una constante en su vida y son muy fieles a su herencia religiosa.

En una sociedad plural y multicultural, la identidad religiosa no sólo distingue si no que imprime carácter.

Cierto que los dogmas y las normas éticas juegan en la iglesia católica un papel muy importante y, a veces, ésta se confunde con su aparato legalístico y con la letanía de las quejas del mal. La herencia católica no se agota en este cúmulo de nubes que nubla la dimensión gozosa, humana y vital de la religión.

La religión, según Greeley, es experiencia, imagen, historia e historias antes que nada y después de todo.

A los Católicos les gusta su herencia porque les ofrece grandes historias. La jerarquía, desde su pedestal, siempre estuvo lejana, el clero era medio inculto y los católicos incultos, pero éstos vivían profundas experiencias religiosas en las historias, en el ritual, en las ceremonias y en el arte.

El catolicismo es un gigantesco mosaico de historias maravillosas. Dios, siempre amante, se manifiesta en los objetos, en los acontecimientos y en las personas de la vida cotidiana. Dios no es sólo Palabra, para nosotros es también sacramento, presencia cercana y palpable. Dios nos visita y nos habla a través de ángeles, María, santos, vidrieras, vía crucis. Toda la vida humana, del nacimiento a la muerte, está acompañada y celebrada en ritos y sacramentos. Las estaciones del año están marcadas por ritos que nos recuerdan nuestra experiencia existencial.

Cuando surge el conflicto entre estas historias y los aspectos punitivos de la institución, éstos últimos siempre salen perdedores.

En esta selva virgen de historias y metáforas, la Misa es la metáfora central que todo lo engloba. Banquete comunitario, celebrado con familiares y amigos que queremos, a veces, ignoramos la naturaleza de la metáfora, pero nos influye y trabaja inconscientemente.

El 69% de los Católicos Americanos, según una encuesta del NewYork Times-CBS, van a misa por su significado, no por obligación.

Cuando no se sale de la misa sonriendo y feliz es que algo no ha funcionado.

La religión tiene una dimensión imaginativa y experiencial que prevalece sobre la intelectual. Lo que los liturgistas y el clero consideran superfluo y mágico es el pegamento que, aunque estos ilustrados no lo entiendan, mantiene unidos a los católicos.

Greeley pone como ejemplo el Catecismo de la Iglesia Católica.

Éste representa lo que los líderes de la iglesia piensan que es la esencia última de la religión. Intelectual y sabio no ha captado la imaginación de los fieles. Le falta la chispa de la vida.

"Once a Catholic, always a Catholic". Una vez católico, siempre Católico. Los Católicos Americanos, críticos y leales, disidentes y arraigados, se quedan.