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CAMBIAR EL MUNDO Félix Jiménez Tutor, escolapio |
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Las personas que han labrado un hondo surco en la historia del mundo nunca se lo propusieron, simplemente trabajaron y entregaron su vida, sin esperar nada a cambio, a la causa de la humanidad. Los pensadores, sumidos en el gran silencio, llenan nuestras alforjas con ideas, visiones y proyectos para humanizar la historia. Los científicos, secuestrados en sus templos-laboratorios, diseñan los nuevos mapas del infinito universo y del frágil cuerpo humano. Todos, con nombre o sin nombre famoso, podemos cambiar el mundo. Hoy, quiero saludar y celebrar la vida de un hombre que si no ha cambiado el mundo, sí ha cambiado un rincón del mundo, Calcuta.
Dominique
Lapierre es el primer extranjero que va a recibir el Padma
Este premio es fruto de un gran clamor popular. Cien mil bengalíes lo han exigido con sus miles y miles de cartas que cosidas forman una larga alfombra de doce kilómetros. “Esta es mi entrada oficial en la gran familia de la India. Recibiré este Padma Bushan en nombre de todos los que han solicitado este gran honor para mí”, dice el galardonado. Dominique Lapierre, cincuenta años de amores con la India, nos la presenta feliz y luminosa en su gran novela La Ciudad de la Alegría que ha estremecido a más de 30 millones de lectores. En uno de sus viajes visitó el barrio de chabolas Anand Nagar en el que trabajaba un cura enfermero, Paul Lambert. Allí nació una gran amistad y un proyecto loco. ¿A quién podía interesar un libro sobre un leproso en el infierno de Calcuta? “En la Ciudad de la Alegría aprendí a lavarme con medio litro de agua, a sonreír siempre, a dar gracias a Dios por el más pequeño beneficio, a no temer la muerte y a no desesperar nunca. Sobre todo descubrí el verdadero significado de las palabras: coraje, amor, dignidad, compasión, fe, esperanza”. Dominique Lapierre, además de regalarnos esta oda a la alegría vivida y cantada día tras día, ha cambiado la vida de muchas personas con las escuelas abiertas a miles de niños, los 451 pozos de agua potable que sacian la sed de muchos, los incontables leprosos que son tratados con amor y las clínicas y los barcos hospital que dan esperanza a los que no tenían esperanza. Cambiar el mundo. Las nuevas cruzadas, frente a la pasividad consumista y el desencanto del no puedo hacer nada, son activadas por el principio de esperanza que brota de los corazones ilusionados. Dominique Lapierre uno de los muchos hombres que creen en el proverbio indio,”lo que no se da, se pierde” Los mejores sermones no los escuchará en las iglesias. Y si usted pasa de la Iglesia y de sus sermones, lea La Ciudad de la Alegría y seguro que se le abrirán los ojos, se le ensanchará el corazón y desterrará de su vida toda mezquindad. |