A POR LAS CHICAS

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

 

 

 

 

 

Las chicas, esas monjas americanas de 70 años, son guerreras y el Vaticano no las intimida con sus documentos. Son un ejército organizado y culto, 57.000 monjas idealistas que se toman en serio el evangelio, que interpretan los signos de los tiempos y que deben obediencia absoluta a Jesucristo y obediencia relativa al Vaticano y a sus funcionarios episcopales.

Me sorprende que la reprimenda vaticana les haya sorprendido. Las monjas no son la noticia, nunca son noticia. El Vaticano es, un día más la noticia, por su miedo a la disidencia, su intransigencia y su condena.

Los varones no quieren que las mujeres sean protagonistas de nada y tengan poder en la Iglesia y menos que les den lecciones.

El bofetón vaticano es mayúsculo porque no se lo ha dado a un teólogo  que escribe sobre teorías nada interesantes que sólo leen los clérigos, se lo ha dado a 57.000 mujeres que ejercen las obras de misericordia, la praxis cristiana de mancharse las manos, de hacerse impuras y despreciar las sedas rojas y los palacios.

“Nuestro papel es vivir el evangelio con los que viven en los márgenes de la sociedad, los hambrientos, los pobres, los enfermos. Eso es todo lo que hacemos” dice la Hermana Simone Campbell.

Ahora que la Santa Sede tiene controlados los seminarios y los obispos superobedientes no causan oleaje, han ido a por las chicas americanas.

Estas mujeres, según los vigilantes de la ortodoxia, tienen “serios problemas doctrinales” que han de ser corregidos.

Su opción por el evangelio social, su denuncia del sacrilegio de la injustica reinante y su opción por los pobres hace que los temas tan queridos por el Vaticano no tengan prioridad en su agenda.

Estas chicas guerreras no hacen la guerra a los matrimonios gays, silencian el derecho a la vida y la sexualidad humana tal como la defiende el Vaticano y defienden un “feminismo radical”.

La gota que colmó el vaso episcopal fue su alianza con Obama en la defensa entusiasta de su plan de salud que los obispos condenaron. Los obispos están furiosos porque no pudieron controlar a sus propios súbditos.

Las monjas americanas mantienen viva la llama que se apaga del Concilio Vaticano II. Son un regalo del cielo en estos tiempos de revisionismo y de conservadurismo eclesial.

El viento hincha las velas de los neocatecumenales, del Opus Dei, de los Legionarios, de la hermandad sacerdotal y de todos los que suspiran por un pasado triunfal y medieval.

Estas chicas son las cheer leaders que hacen creíble el evangelio y tienen más autoridad moral que toda la púrpura romana.