APOLOGÍA DEL ATEISMO

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

.

 

Un ateo sofisticado andaba perdido por el desierto. Sus fuerzas se agotaban bajo un sol nada protector. Vio un oasis en la distancia y pensó: Mi mente me está engañando. Un espejismo. Seguro que no hay nada. A medida que se acercaba vio palmeras y un gurgujeante manantial. Hizo una pausa y se dijo: Ya sé que esto es una simple proyección de mi deseo, una mala jugada de mi imaginación. No puede ser verdad.

Dos hombres llegaron al mismo oasis y encontraron su cadáver.

Qué extraño, dijo uno, los dátiles caen en su boca y ha muerto de hambre y el agua está al alcance de la mano y ha muerto de sed. ¿Cómo ha podido suceder esto?

Los ateos, militantes y pasotas, tienen también derecho a meter bulla y a predicar su incredulidad.

En esta sociedad culturalmente cristiana, las iglesias se cierran y las abiertas se vacían.

Los padres no pasan la fe a sus hijos y las nuevas generaciones vagan de espejismo en espejismo. Pero el uso de los símbolos cristianos, por ateos y creyentes, permanece tozudamente en todos los ámbitos culturales. Los museos se llenan de iconos y la literatura sigue inspirándose en el dramatismo de los relatos bíblicos.

¿Es el cristianismo mera cultura?

Los ateos existen. Los autobuses de Londres ya no anuncian las obras de teatro del West End. En letras rojas y grandes, ahora, saludan a los usuarios con un guiño cómplice: “Probablemente no hay Dios. Deja de preocuparte y disfruta la vida”.

Campaña light. Me recuerda la canción Don’t worry. Be happy.

El “probablemente” tiene su razón de ser. Lo ateos no quieren caer en el dogmatismo de los que afirman que “ciertamente” hay Dios.

Los ateos existen y no me asustan.

La literatura atea últimamente ha florecido en dos títulos que, en la lengua inglesa, han producido gran oleaje y muchos comentarios.

Christopher Hitchens, famoso periodista y ensayista, publicó el libro “God is not Great, Dios no es grande.

Crítica acerada del papel envenenador de la religión en la vida política y social de la humanidad.

Dios es un personaje de ficción y el telescopio Hubble ha sustituido a los cielos y el Doble Hélix del DNA es más importante que la zarza ardiente de Moisés.

“Nosotros los ateos no necesitamos ningún sacerdote ni ninguna jerarquía para vigilar nuestra doctrina”.

Otro de los best-sellers es el libro del profesor Richard Dawkins, “God Delusion”, que ha vendido casi dos millones de copias y ha sido traducido a 31 idiomas.

Ya en mi estantería, espera las vacaciones para ser picoteado.

Entre tanto ruido, tanta frivolidad y tanto narcisismo no me extraña que la gente esté sorda a la música de las esferas y a la música serena del más allá y a la canción de Dios, la canción de la fe.

Yo como creyente hago “exégesis de la existencia desde una perspectiva divina”. Yo no he hecho a Dios, es Dios quien me ha hecho. Yo sé que vengo de lejos y que voy lejos. Yo sé que Dios no me mutila sino que me ofrece un nuevo horizonte.

Yo digo muchas veces a mis feligreses: yo no tengo ningún miedo a Dios, ni al Dios pequeño de la religión, sólo les tengo miedo a ustedes.

Ya sé que existen otras voces. Las voces de los ateos cada día son más ruidosas, tienen más micrófonos, más predicadores, más fans y más poder de seducción.

Es bueno que existan y nos hagan pensar y revisar nuestra vida. Una de las causas del ateismo según el Concilio Vaticano II es el divorcio que existe entre lo que los creyentes dicen creer y su vida.