AMISTADES PELIGROSAS

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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DIOS, DE CONVENCIÓN EN CONVENCIÓN

Las fotos que Curiosity envía desde Marte me dan miedo. El planeta, desnudo y muerto exhibe fantasmagóricos paisajes de arena y rocas cárdenas como los que pisan nuestros pies por el páramo soriano.


El planeta Tierra está vivo y hasta Dios habita en él y lo nombramos mucho, los ateos para hacerle la guerra y acabar con él y los curas para hacerle decir lo que nunca dijo ni dirá. No entiendo tanta urgencia en conquistar el planeta de la muerte cuando el planeta de la vida se nos muere poco a poco y los hombres levantan verjas y muros que nos impiden viajar con libertad.


Marte es el planeta del Gran Silencio y la Tierra el planeta del ruido, de los sermones en las iglesias, en Rodiezmo, en los Parlamentos y en las Convenciones Republicana y Demócrata.
En Europa reina el Gran Silencio. Dios no habla y los buscadores del tesoro del poder ni lo invocan ni lo necesitan. Dios, si existe, es un ilegal más, sin derecho a la tarjeta sanitaria.


En America the Beautiful, la Nueva Jerusalén de los fundamentalistas, Dios está pluriempleado, hace horas extraordinarias y ejerce de maestro de todas las ceremonias, las religiosas y las civiles. Dios tuvo también su convención. El nombre del Todopoderoso tuvo que ser votado para ser incluido en el programa demócrata y en el republicano se nombra 12 veces. Dios fue de Convención en Convención como el obispo de Nueva York.


Dios es esa muchacha hermosa con la que todos quieren bailar, pedirle sus favores y abandonarla a su suerte a la salida de la fiesta.


Ya terminó la Convención Republicana en Tampa. Todos los oradores salpicaron sus vibrantes y retóricos discursos con fervorosas profesiones de fe. La religión bajo miles de ropajes y lenguajes es la obsesión de los republicanos. Estoy seguro que ninguno de los presentes en el Tampa Bay Times Forum se atreve a declararse ateo, pero sí se declaran anti-inmigración, anti-gay, anti-impuestos, anti-musulmán, anti-cambio climático, anti los avances sociales.

Reverendos de los distintos guetos religiosos iniciaron y cerraron cada una de las sesiones. Dios al poder.


Timothy Dolan, obispo de Nueva York, el título de Cardenal suena a tóxico e imperial, tuvo el honor de pronunciar la oración final y clausurar la Convención Republicana. 


“Una oración por nuestro país en la Convención Republicana”.


“Te damos gracias, Dios Todopoderoso, por el gran don de nuestro querido país. Porque somos en verdad una nación bajo Dios y en Dios Confiamos”, rezó el obispo, además de incluir los temas favoritos de los presentes.


Obama y su corte, menos piadosa, más plural, más atea, más gay, más obrera, más juvenil, no renuncia a la presencia de los Reverendos para abrir y cerrar las sesiones e incluyen algunas sacerdotisas exóticas entre los orantes.


Dios que no excluye a nadie, está muy presente en la Convención Demócrata, tienda abierta a todos los vientos del planeta.


Timothy Dolan, el voto católico es muy importante, también cerró la Convención Demócrata con la oración final. Este obispo que juega con dos barajas tuvo como contrapeso las monjas católicas, activistas sociales y revolucionarias, que son demócratas, pro-Obama. La Hermana Simone Campbell, portavoz de las monjas, Nuns on the Bus, es una celebridad para los católicos progresistas del país.


Seguro que el mensaje de la monja, cara amable del catolicismo americano, tuvo más sustancia que las piadosidades obligadas del obispo de Nueva York. 


Los obispos obsesionados por la vida sexual de los demás, son republicanos en su inaguantable propaganda contra el matrimonio homosexual y los eternos pecados contra el sexto mandamiento. Hay que reconocerles que están más cerca de los demócratas en la defensa de los derechos de los inmigrantes, en el salario justo y derechos de los trabajadores, en su oposición a la pena de muerte y en la proclamación del derecho universal a la salud.


Son muchos los que critican el papel que la religión juega en la política americana, pero nadie se atreve a poner fin a esta asignatura obligatoria. 


Esta amistad, tan visible y tan íntima, es una amistad peligrosa y al mismo tiempo rentable, por eso en la política americana Dios es el as de la baraja.


Los americanos que se sienten cansados de tanta religión, tendrán que refugiarse en Marte o en Europa donde Dios ni vende ni se vende.