L’ABBÉ PIERRE, HÉROE NACIONAL

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio....

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Corrían los años del fervor revolucionario cuando Bob Dylan cantaba "For the times are a-changin" y ¡cómo han cambiado!

Me alimentaba yo con las lecturas de los convertidos del siglo XX: Paul Claudel, Charles Péguy, Léon Bloy, Jacques Rivière… y ya l’Abbé Pierre, y sus traperos de Emaús, era para mi personaje conocido y querido.

Hoy, todo tiene que ser light, desde la sociedad hasta los alimentos, desde los ideales hasta el esfuerzo.

El 22 de enero, a los 94 años, moría l’Abbé Pierre, un cura nada light, defensor de los derechos del hombre y especialmente del derecho a la vivienda y luchador tenaz contra el establishment.

"No hay que hacer la guerra a los pobres sino a la pobreza", decía día y noche, porque esta guerra no debe tener ni vacaciones ni tregua.

L’Abbé Pierre era presencia global, voz fuerte, era micrófono incorporado en la conciencia nacional, era párroco de los pobres, despertador de los políticos…era el cura ideal.

Todos, políticos de izquierdas y de derechas, futbolistas, artistas…todos se han sumado a la sinfonía de elogios que merece este hombre más que bueno.

Jacques Chirac lo define así: "Un sacerdote comprometido, de la Resistencia a la lucha a favor de los desheredados, l’Abbé Pierre ha estado presente en todas las luchas justas. Su mensaje debe estar presente en cada uno de nosotros y a nosotros nos toca darle vida".

Laurent Fabius cree que su tumba debería estar, como la de los grandes héroes, en el Panteón.

"Los políticos no conocen la miseria más que a través de las estadísticas. No se llora delante de los números", decía él.

En esta cultura de la superficialidad, del escándalo de alcoba, de personajillos repelentes, de idolillos ególatras que se autoexcitan con sus "quince minutos de fama", es fantástico constatar la unanimidad con la que los franceses han celebrado la muerte y la vida de un héroe que permanecerá para siempre en la historia y hasta la nueva ley de la vivienda llevará su nombre.

Francia, la nación laica, que cuenta con los mejores teólogos y novelistas católicos, no olvidará a este cura cuyo único título es el de defensor de los pobres.

Durante 17 años los franceses le votaron como la persona más popular del país.

En el 2005 fue votado el tercer hombre más importante de la historia de Francia después de De Gaulle y de Pasteur.

En la catedral de Notre-Dame de París, el 26 de enero, con la asistencia del gobierno en pleno, se celebró el funeral del cura de los sin techo, del héroe nacional.

L’Abbé Pierre se ha despedido con un "ce n’est qu’un au revoir" porque su espíritu sigue vivo en la galaxia Emaús.

"Aunque tengo remordimientos y pesares no tengo miedo a morir. La muerte es una cita largamente aplazada con un amigo. La espera colmada", escribió en su testamento.
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