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Yo soy, yo y mis cuatro Esposas

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Yo tengo cuatro esposas. La cuarta esposa es la que más quiero. Le compro vestidos lujosos y alimentos caros. La trato con esmero y le doy todo lo mejor.

A la tercera también la quiero mucho. Estoy orgulloso de ella y me gusta presentarla a mis amistades. Me angustia pensar que se pueda ir con otros hombres. Mi segunda esposa es mi confidente, cuando tengo problemas ella los soluciona.

Mi primera esposa es mi compañera leal, gracias a ella conservo mi casa y mi patrimonio, pero la verdad es que no me preocupo nada de ella.

El día que yo me muera estaré solo, aunque tenga las cuatro esposas conmigo.

Llamaré a mi cuarta esposa y le diré: “Te he querido más que a ninguna, ahora que voy a morir, ¿quieres acompañarme? De ninguna manera, me contestará y se largará.

Llamaré a la tercera y le diré: “Te he querido mucho a lo largo de mis días. Estoy a punto de morir, ¿quieres acompañarme? “No. La vida aquí es muy linda y me volveré a casar cuando mueras”.

Llamaré a la segunda y le diré: “Siempre que te pedí ayuda me la ofreciste generosamente. Voy a morir. ¿Quieres seguirme y acompañarme? “Lo siento, esta vez no puedo ayudarte. Lo único que podré hacer es llevarte al cementerio”.

“Yo iré contigo. Te seguiré a donde quiera que vayas”,susurró muy bajito mi primera esposa.

Y le diré,”te he tenido abandonada, no te he vestido ni alimentado y te has quedado famélica y raquítica. Debería haberte cuidado mucho mejor mientras pude hacerlo”.

Tú también tienes cuatro esposas que te acompañan todos los días de tu vida.

Nuestra cuarta esposa es nuestro CUERPO. Por más tiempo y cuidados que le dediquemos, nos dejará a la hora de la muerte.

Nuestra tercera esposa son nuestras RIQUEZAS. A la hora de la muerte pasarán a manos de otros.

Nuestra segunda esposa es nuestra FAMILIA. Por más unidos que hayamos vivido sólo pueden acompañarnos hasta la tumba.

Nuestra primera esposa es nuestra ALMA. En nuestra búsqueda de los bienes materiales, del prestigio, de los placeres, de la sensualidad...vivimos más para la tierra que para el cielo.

La Primera esposa , la que nos hace plenamente humanos y plenamente divinos, regalo de Dios, es la que tenemos que cultivar, alimentar y escuchar toda nuestra vida.

“Porque Tú estás dentro de mí, más interior que lo más íntimo mío” exclama San Agustín.