Tumbas, Mausoleos, Columbarios y ...

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Y mientras iban conversando por el camino, un carro de fuego, con caballos también de fuego, los separó al uno del otro, y Elías subió al cielo en el torbellino¨. 2 Reyes 2,11

Bendito Elías, una tumba menos que visitar, un santuario menos al que peregrinar.

Elías, el único miembro del partido de Yahvé, su defensor más encendido, te merecías una despedida triunfal y de fuego.

Elías, nos has dejado, no un puñado de huesos sino tu celo, your zeal, tu espíritu.

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Allí en Moab murió Moisés, siervo del Señor, tal como el Señor se lo había dicho. Y fue sepultado en Moab, en el valle que está frente a Bet Peor, pero hasta la fecha nadie sabe dónde está su tumba¨. Deuteronomio 34, 5

Moisés, el profeta de profetas, el que conversaba con Dios boca con boca, cara a cara, el que, entre truenos y relámpagos, nos dio las Diez Palabras más universales, no tiene ni tumba ni santuario. Los hombres son mortales, no adorables. Su ausencia, su nada, nos recuerda que sólo Dios es Todo, sólo Él es digno de adoración.

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En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el silencio,
allí estará mi tumba¨.

G. A. Bécquer. Rima LXVI

Bécquer, el tísico como le llamaban sus vecinos de Noviercas, fue tan sabio como el Qohelet que escribió: ¨nadie se acuerda jamás del sabio ni del necio, con el paso del tiempo todo cae en el olvido, y lo mismo mueren los sabios que los necios¨. Eclesiastés 2,16

Estos primeros días de septiembre, no salgo de mi asombro, he asistido, vía televisión, a dos funerales memorables, sobretodo por su duración. El de Aretha Franklin en el Greater Grace Temple de Detroit y el de John McCain en The Washington National Cathedral, calificada como A Spiritual Home For the Nation, Una Casa Espiritual para la Nación.

En el primero, Aretha vestida de rojo con zapatos rojos y tacones de 20 centímetros, en su ataúd de oro, ajena al gran show en su honor, se pronunciaban numerosos sermones de una hora cada uno, sermones más políticos que religiosos, más sobre la raza y el color que sobre Dios y alguno malsonante y blasfemo y música, mucha música, buena música. Ocho horas de palabras y de música, tiempo suficiente para lo sublime, lo cómico y lo zafio.

En el segundo, McCain, el héroe, el senador y el político, en ese espacio sagrado y solemne, era llorado y alabado y hasta ocupó el lugar de Dios, éste desempeñó un papel tan secundario que ni se asomó a la fiesta.

Seguro que sus tumbas mejorarán sus funerales.

Unos años atrás todos estuvimos pendientes de la tumba de Cervantes. Enterraron y desenterraron muchos huesos, pero no encontraron una tumba marcada con su nombre. Los fosores nos han dejado una placa con su nombre y unas fechas, 1547-1616. Una tumba turística en el Barrio de las Letras.

Hoy, todos pendientes de la tumba de Franco.

Franco es mucho más que un montón de huesos que pueden quedarse donde están o peregrinar por la geografía española o ser reciclados. Franco es una leyenda, reverenciada por unos o blasfemada por otros, y ojalá nadie ose hacer un remake Franco 2.

Los romanos, hombres prácticos, coleccionistas de dioses, dedicaban grandes monumentos a sus héroes. La eternidad, dimensión temporal ignorada y desconocida, se cosificaba en la piedra, en el Coliseo o en el Panteón o en el Foro, en la Ciudad Eterna.

La eternidad, vida eterna después de esta vida que termina haciéndose eterna, no es piedra, no es espacio, no es tumbas, es tiempo imposible de cosificar y manipular.

La vida eterna no está en los cementerios, espacios sentimentales y turísticos, sino en el tiempo de Dios.

¿
Sobran los cementerios? Por razones crematísticas, del dinero solo habla mal el evangelio de Jesús, las iglesias comienzan a dedicar su espacio a custodiar las urnas con las cenizas de sus feligreses por la módica cantidad de diez mil dólares.

La cremación, vuelta al polvo original Vía Exprés, es una gran solución para los hombres y para ¨el más difícil de Dios¨ una oportunidad para demostrar su poder.

Las cenizas, mis cenizas esparcidas en el río Araviana, perdidas para siempre y encontradas por Dios para quien nada es imposible, no necesitan ni tumbas ni mausoleos ni columbarios. Y las tuyas tampoco.