“Cuando el corazón le dí
puso en mí este letrero
que muero porque no muero”.
“En donde esté una piedra
solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido
allí estará mi tumba”.
Rima LXVI
Bécquer tiene más espíritu bíblico que los adoradores de lápidas funerarias.
“Y allí murió Moisés, en el territorio de Moab. Lo enterraron y hasta el día de
hoy NADIE ha conocido el lugar de su TUMBA.”
NO santuario que visitar, NO estatua que venerar, NO reliquias que besar, NO let
us pray, NO peregrinos que reunir, NO piedras que amontonar, NO lágrimas que
derramar, NO huesos que buscar, NO VERA EFFIGIES que inventar, NO nothing…
Bendito sea Dios.
Yo sí tengo un versículo favorito, Deuteronomio 34, 6
El Nuevo Testamento, Mateo 7,6,
-”No deis lo santo a los perros, ni deis vuestras perlas a los cerdos”-
mandamiento nunca mencionado en los sermones dominicales, va en contra de la
inclinación más profunda del corazón idólatra del ser humano que todo lo quiere
manipular y profanar, puede poner en peligro hasta la existencia de los cepillos
de las basílicas.
Me contaban mis feligreses de la República Dominicana que en su país, por la
noche, violaban las tumbas por razones económicas. No les interesaban los
cuerpos ni los espíritus que dejaban en las tumbas, simplemente se llevaban los
ataúdes que reutilizaban o vendían.
Hoy se siguen violando las tumbas por razones científicas, genéticas,
biológicas, identitarias, religiosas y turísticas.
El día 11 de mayo la Basílica de la Anunciación de Alba de Tormes abrió sus
puertas a los habitantes de la ciudad y del mundo, a los consumidores de menús
de ultratumba.
Después de 111 años, atrevimiento mefistofélico, han abierto la tumba y el ataúd
de Santa Teresa.
Hemos contemplado su rostro negro
y feo. Dicen que era hermoso.
Hemos contemplado sus hábitos, no lo que hay debajo, si algo queda.
Durante ocho días más de 53,000 turistas de España y del mundo, gente sencilla y
gente influyente, cámara en mano, espoleados por la mera curiosidad, se han dado
cita en Alba de Tormes.
“Yo he estado allí y he visto a la Santa”. Violadores de los muertos. Por favor,
dejen a los muertos en paz.
Los cadáveres vuelven al polvo, es su privilegio, no se veneran, se entierran,
fullstop.
Recuerdo las palabras de Francisco de Borja ante el cadáver de la emperatriz
Isabel de Portugal: “Nunca volveré a servir a señor que se me pueda morir”.
Los párrocos, divino pretexto, en peregrinación han llevado a sus feligreses a
ver a la Santa, una momia. No ha habido conversiones, sí algunas maldiciones. El
show no da calambres, no subidón espiritual.
Jennifer Mann, “escultora forense”, consuelo carmelitano, ha entregado a las
Carmelitas la VERA EFFIGIES de la Santa. Hermanas, no se espanten ni se turben,
vana ilusión, todo os sobra, sólo Dios os basta. Ojalá.